Las balas de rifle pueden salir del cañón de un arma a velocidades de más de 4.300 km/h, lo suficientemente rápido como para recorrer la distancia equivalente a 11 campos de fútbol en un segundo.
El diseño de la bala, ya sea cónica o redonda, contribuye a determinar la cadencia de tiro. Foto: Brais Seara/Getty
Hay muchos factores que afectan la velocidad de una bala disparada. Estos factores se pueden dividir en dos categorías principales: balística interna (que incluye el tipo de propelente, el peso de la bala y la forma y longitud del cañón) y balística externa (que incluye las fuerzas que el viento, la gravedad y la trayectoria ejercen sobre la bala al desplazarse por el aire). Ambas pueden agruparse en una tercera categoría, denominada balística terminal, que describe el comportamiento de la bala una vez que impacta en su objetivo.
Según el científico forense Michael Haag, las balas constan de un fulminante que enciende el propelente al presionar el percutor del arma. Esta ignición crea presión que impulsa la bala hacia adelante. La mayoría de las balas están hechas de metales pesados como el plomo, recubiertos de cobre, porque su masa les ayuda a mantener el impulso. Para ilustrarlo, Haag utiliza el ejemplo de lanzar una pelota de ping pong y una de golf. Ambas salen de la mano del lanzador a la misma velocidad, pero la masa de la pelota de golf la ayuda a viajar más lejos.
Una vez encendida, la pólvora arde muy rápidamente, generando gases que empujan la bala hacia el cañón. Al acercarse a la boca del cañón, la bala roza contra las paredes del cañón, creando una ligera fricción. Sin embargo, las armas con cañones más largos disparan con mucha rapidez.
“El cañón es realmente el mayor factor limitante en cuanto a velocidad. Cuanto más largo sea el cañón, mayor será la distancia que los gases deben acelerar y más rápido saldrá la bala del cañón”, explica Stephanie Walcott, científica forense de la Universidad Commonwealth de Virginia.
Por esta razón, los rifles suelen ofrecer la mayor velocidad. Están diseñados para uso a larga distancia. Las balas de rifle pueden alcanzar distancias de hasta 3 kilómetros. Para lograr estos disparos, las balas de rifle están diseñadas para ser aerodinámicas, siendo más largas, delgadas y pesadas que las balas de pistola. Los fabricantes de armas a veces añaden nervaduras espirales al cañón para facilitar el giro de la bala, estabilizando así su trayectoria horizontal.
Estas características permiten que una bala de fusil, como una Remington 223, salga del cañón a velocidades de hasta 4390 km/h (2700 mph), lo suficientemente rápido como para recorrer la longitud de 11 campos de fútbol en un segundo. Una bala de una pistola Luger de 9 mm, por su parte, solo recorrería la mitad de esa distancia a 2200 km/h (1400 mph).
Fotografía de alta velocidad que muestra balas disparadas desde una pistola. Foto: Wikimedia Commons/Niels Noordhoek
Tan pronto como sale de la boca del cañón, la bala comienza a desacelerar, explica Walcott. Esto se debe a que la primera ley de Newton establece que un objeto en movimiento permanece en movimiento a menos que actúe sobre él una fuerza externa. Entre las fuerzas que actúan sobre una bala al salir del cañón se encuentran la resistencia del aire, la gravedad y el movimiento giroscópico. Con el tiempo, las dos primeras superan la tendencia de la bala a mantener una espiral constante, lo que provoca que comience a caer. Cada bala tiene un coeficiente balístico (una medida de su capacidad para superar la resistencia del aire y avanzar), que se determina mediante la masa, el área, el coeficiente de arrastre, la densidad y la longitud de la bala. Cuanto mayor sea el coeficiente balístico, mejor podrá la bala penetrar el aire.
Pero muy rápidamente, la gravedad y la resistencia del aire empezarán a actuar y ralentizarán la bala. La bala viajará en línea recta durante un tiempo, luego comenzará a caer y se volverá vulnerable al entorno, dijo Walcott.
Thu Thao (según Live Science )
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