Estos documentos crean un nuevo marco legal para muchas áreas importantes, desde la economía y los asuntos sociales hasta el medio ambiente, la tecnología y la seguridad nacional. Sin embargo, precisamente en la recta final del proceso legislativo, se abre una nueva y desafiante fase para el Gobierno y el aparato administrativo a todos los niveles. La responsabilidad que recae sobre el Gobierno, los ministerios y las localidades puede resumirse en dos tareas principales, decisivas para la implementación eficaz de la política.
La primera tarea es finalizar rápidamente, garantizando al mismo tiempo la calidad, de la reglamentación detallada.
De acuerdo con la Resolución n.º 66-NQ/TW del Politburó , la legislación actual sigue una dirección en la que las leyes solo proporcionan un marco, estipulando los principios fundamentales, mientras que el Gobierno y los ministerios tienen la tarea de especificarlos para garantizar la flexibilidad ante las realidades en constante evolución. Esto implica la necesidad de emitir un gran número de decretos y circulares después de la Décima Sesión. Si comparamos la ley con las vías del tren, los decretos y las circulares son los tornillos y las traviesas que mantienen el tren de la política en marcha. Cualquier retraso, error o falta de coordinación podría provocar el descarrilamiento del tren.
El primer desafío es la presión del tiempo. Muchas leyes, que entrarán en vigor el próximo año, exigen que el aparato administrativo trabaje a gran velocidad. Pero la velocidad no puede ser motivo para sacrificar la calidad.
La legislación subordinada debe ser coherente, clara, fácil de comprender y de implementar, y evitar por completo la creación de "sublicencias" o procedimientos ocultos. Esto es importante no solo para las empresas y los ciudadanos, sino también para el propio aparato de control, ya que la falta de transparencia puede fácilmente generar arbitrariedad y riesgos para la aplicación de la ley.
Además, es necesario definir claramente las directrices transitorias para evitar lagunas legales que podrían confundir tanto a los organismos encargados de hacer cumplir la ley como a las empresas.
El gobierno también debe garantizar que el proceso de consulta se lleve a cabo con seriedad y sustancia: los proyectos de directrices deben publicarse plenamente, acompañados de informes de impacto político; las diversas opiniones de expertos, empresas y ciudadanos deben recopilarse y responderse con claridad. Esto no es solo un proceso legal, sino también una forma de prevenir el riesgo de que se incorporen intereses creados.
La segunda tarea es comunicar y difundir las políticas de forma proactiva, rápida y fácilmente comprensible. Incluso la ley mejor diseñada no puede ser eficaz si quienes la implementan —desde los funcionarios locales hasta las empresas y los ciudadanos— no comprenden su contenido y espíritu. Esta es una debilidad arraigada en la aplicación de la ley: las leyes se promulgan, pero su explicación o guía son lentas; o su difusión es limitada; o los métodos de comunicación son excesivamente técnicos y de difícil acceso.
En el contexto de numerosas leyes y resoluciones nuevas con impactos de gran alcance en áreas como el suelo, la vivienda, los negocios, el medio ambiente y la transformación digital, la comunicación de políticas debe considerarse una tarea paralela a la elaboración de documentos guía. Los métodos de difusión también deben ser más diversos y modernos: resumir los cambios de políticas mediante infografías; explicar las regulaciones mediante vídeos; organizar diálogos con empresas; capacitar a las autoridades locales mediante plataformas digitales; y, especialmente, desarrollar manuales de implementación sencillos y de fácil acceso. Una comunicación eficaz contribuirá a una implementación más rápida de las leyes, reducirá el riesgo de infracciones por falta de comprensión y promoverá el consenso social.
Estas dos tareas son arduas y urgentes, pero también representan una oportunidad para que el aparato administrativo demuestre su enfoque proactivo, honesto y orientado al servicio. Cuando los documentos rectores se emiten a tiempo y con calidad garantizada, y las políticas se comunican con prontitud y claridad, las leyes recién aprobadas se convertirán en un verdadero motor para el desarrollo del país.
La Décima Sesión de la Asamblea Nacional ha concluido, pero el camino para convertir las políticas de la cámara parlamentaria en realidad apenas comienza. Es el momento de que el Gobierno, los ministerios y las localidades demuestren su capacidad para transformar la determinación legislativa de la Asamblea Nacional en cambios concretos y prácticos en la vida económica y social. Esto no es solo una responsabilidad, sino también una cuestión de confianza que los votantes depositan en la administración pública.
Fuente: https://daibieunhandan.vn/hai-nhiem-vu-cap-thiet-sau-ky-hop-thu-muoi-10400323.html






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