En Bruselas, a principios de julio, en medio de la vibrante atmósfera del verano, el corazón de la capital belga se transforma en un escenario gigante, donde cada paso, cada redoble de tambor, cada traje tradicional cuenta la gloriosa historia de la nación.
Eso es Ommegang, uno de los festivales de recreación histórica más espectaculares de Europa. El festival fue reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación , la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como Patrimonio Cultural Inmaterial Representativo de la Humanidad en 2019.
Según el corresponsal de VNA en Bruselas, "Ommegang" en neerlandés antiguo significa "procesión por la ciudad". Originaria del siglo XIV y de significado religioso, esta festividad fue en su día un ritual de devoción a la Virgen María por parte de los bruselenses.
Los acontecimientos históricos más significativos ocurrieron en 1549, cuando el emperador Carlos V y el príncipe Felipe recibieron una gran bienvenida por parte del pueblo bruselense. Desde entonces, Ommegang trascendió las fronteras religiosas y se convirtió en un vibrante símbolo histórico de Bélgica.
Casi cinco siglos después, esa huella sigue intacta, no sólo en la memoria, sino en cada paso del festival, mientras toda la ciudad de Bruselas se reúne para recrear el pasado en la misma plaza donde tuvo lugar.
Una exhibición de bandera en el festival de Ommegang. (Foto: Huong Giang/VNA)
Reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la Grand Place, el corazón de Bruselas, se transforma en un escenario legendario durante solo dos noches al año. Sin telones de fondo modernos ni efectos especiales, Ommegang utiliza su arquitectura antigua, música tradicional y 1400 voluntarios para tejer un vibrante tapiz histórico.
Lenvain Carine, un anciano bruselense, compartió con emoción con un reportero de VNA: «Ommegang no es una actuación, sino un recuerdo vivo. Revive la historia de esta ciudad, y también la historia de todos y cada uno de nosotros, los bruselenses».
A su lado, Reiber Guy, quien participó en el festival hacía más de una década, no pudo ocultar su emoción: «Al dar cada paso en la procesión, lo comprendes. Cada tambor, cada paso, cada mirada de los espectadores, todo nos transporta a la Bruselas del siglo XVI. Y cada vez que participo, sin importar el papel que interprete, me siento tan orgulloso como la primera vez».
Ommegang es un festival comunitario, pero también un evento cultural de importancia internacional, en el que cada vez participan más personas famosas de diversos ámbitos que se disfrazan de personajes en la procesión.
Desde artistas, cantantes, actores y deportistas hasta políticos, todos se visten con trajes de época, sumergiéndose en el mundo medieval, asumiendo a veces roles estrechamente relacionados con su profesión, como un músico que se transforma en músico de la corte o un político que interpreta al alcalde de Bruselas en los viejos tiempos.
Cada persona aporta su propia perspectiva y energía, contribuyendo a la naturaleza vibrante, abierta y diversa de Ommegang.
La mezcla de lo folclórico y lo contemporáneo, de pueblos indígenas y figuras prominentes, es lo que hace que este festival sea único: no sólo una réplica del pasado, sino un diálogo entre generaciones y culturas.
Las hermanas Marie y Lola Flagel, dos rostros familiares en la procesión, compartieron: «Esta es mi duodécima participación. Cada vez es un resurgimiento de la cultura popular, de tradiciones que parecían haberse desvanecido. El Ommegang no es solo un festival, es parte de nuestra vida espiritual».
Lola señaló hacia el escenario, donde su padre ajustaba la batería: «Ese es mi papá. Ha participado en 60 temporadas de Ommegang. Antes que él, estuvieron mi abuelo y mi bisabuelo. Toda mi familia ha vivido con este festival durante generaciones».
Su padre, Vincent Flagel, sonrió amablemente: «El Ommegang es una tradición familiar. Mis abuelos fueron miembros de la banda de música, luego mis padres, y ahora continúo la tradición con la música, con los tambores. Y como pueden ver, mis hijos también marchan en la procesión hoy».
A medida que las luces empezaban a iluminar las antiguas murallas, la Grand Place se vistió de esplendor, como un magnífico palacio, en la noche. Las procesiones desfilaron una tras otra entre el redoble de los instrumentos de viento metal, el resonante ritmo de los tambores y los entusiastas aplausos de miles de espectadores, muchos de los cuales visitaban Bruselas por primera vez.
El clímax emotivo llegó cuando el emperador Carlos V, a caballo, apareció en la plaza entre vítores resonantes y las solemnes y antiguas melodías del pasado, provocando que todo el espacio se congelara en ese momento históricamente significativo.
Grupos de actores, ataviados con trajes que representaban profesiones antiguas como herreros, comerciantes, sacerdotes, pescadores y guardias, aparecieron uno tras otro. Cada uno aportó su propio color y ritmo, fundiéndose en una sinfonía de la historia bruselense. Y entonces, la tradicional competición de zancos enardeció el frenesí en todo el escenario.
Los zancudos dieron volteretas y giraron en el aire en medio de vítores continuos, un testimonio del hecho de que el patrimonio aún está vivo y respirando, no solo para el recuerdo sino también como inspiración.
Más que un simple espectáculo, Ommegang es la prueba viviente de una cultura que sabe preservar y contar su historia con el máximo orgullo.
En la era digital, cuando muchos festivales solo existen a través de fotografías y libros, Ommegang sigue vivo gracias a su gente, su música y la esencia misma de su comunidad. Y es precisamente este hecho el que llevó a la UNESCO no solo a reconocer a Ommegang como Patrimonio Cultural Inmaterial Representativo de la Humanidad, sino también como un modelo inspirador para la preservación del patrimonio comunitario.
Vincent Flagel afirmó: «No recreamos el pasado por nostalgia. Lo revivimos para que lo mejor de la historia siga fluyendo de generación en generación».
Y, de hecho, en Bruselas, Ommegang no es solo una historia del pasado, sino también un motivo de orgullo hoy y una promesa para el futuro. Es la prueba más clara de que la historia sigue viva, no en los libros, sino en cada adoquín de esta plaza.
(VNA/Vietnam+)
Fuente: https://www.vietnamplus.vn/khi-brussels-ke-chuyen-bang-anh-sang-va-ky-uc-trung-co-post1048221.vnp






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