Constantemente presionados por el tiempo, muchas personas sienten que los días pasan más rápido de lo que pueden gestionar. Este fenómeno está presente en los países industrializados y se considera un síntoma común del ritmo de vida moderno.
Incluso con una hora extra al final del verano, muchas personas siguen sintiéndose apuradas. Una nueva investigación sugiere que la sensación de escasez de tiempo se debe a cómo las personas experimentan el tiempo, no a la cantidad de horas contables.

Muchos australianos sienten que nunca tienen suficiente tiempo, a pesar de que las investigaciones muestran que su tiempo libre está aumentando (Foto: Inna Kot).
Durante décadas, el tiempo ha sido comparado a menudo con un activo calculable, como el dinero en el banco.
Sin embargo, el sociólogo Michael Flaherty señala que la cantidad de horas libres no refleja con precisión la percepción del tiempo de las personas. Una persona que tiene pocas horas libres, pero se ve constantemente interrumpida o obligada a realizar tareas no deseadas, no se sentirá verdaderamente libre.
La percepción juega un papel decisivo en cómo juzgamos la abundancia o escasez del tiempo.
Investigaciones recientes en psicología conductual respaldan este hallazgo. Las largas listas de tareas pendientes, las frecuentes notificaciones telefónicas, la falta de autonomía para planificar y la tendencia a realizar múltiples tareas hacen que las personas se sientan con escasez de tiempo, incluso aunque sus horas libres se mantengan estables.
La fragmentación de las actividades diarias provoca un retraso cognitivo, engañando al cerebro haciéndole creer que el tiempo pasa más rápido de lo que realmente pasa.
¿Cuánto tiempo libre es “suficiente”?
Para comprender mejor esta cuestión, los investigadores han intentado establecer un “umbral de pobreza temporal”, similar a un umbral de pobreza, pero medido en horas en lugar de dólares.
Al analizar datos de más de 35.000 estadounidenses, los científicos sociales descubrieron que la cantidad ideal de tiempo libre cada día es de 2 a 5 horas.
Con menos de dos horas, la satisfacción y la sensación de seguridad temporal disminuyen significativamente. Sin embargo, tener demasiado tiempo libre también reduce la felicidad si no se dedica a actividades significativas para uno mismo, como aficiones o tiempo de calidad con los seres queridos.

Una nueva investigación arroja luz sobre por qué la sensación de falta de tiempo tiene poco que ver con la cantidad de horas que tenemos (Imagen: Master130).
La cantidad de tiempo libre no es el único factor determinante. La calidad del tiempo es lo que moldea cómo se siente cada persona.
Cuando el tiempo libre se llena con actividades de bajo valor, como navegar pasivamente por las redes sociales, el cerebro no lo registra como un descanso. Esto crea una sensación de urgencia, como si la agenda estuviera apretada, aunque no sea así.
Estudios sobre el comportamiento digital han demostrado que el hábito de cambiar constantemente entre múltiples aplicaciones aumenta los niveles de estrés y reduce la capacidad de percibir el tiempo.
La paradoja de la escasez de tiempo
Una encuesta a gran escala realizada en China en 2024 con casi 100.000 adultos continúa demostrando la paradoja de la escasez de tiempo.
Más de la mitad de quienes se sienten pobres de tiempo en realidad tienen más de 1,8 horas de tiempo libre cada día, un umbral que los científicos definen como el nivel mínimo en el que una persona no cae en un estado de pobreza de tiempo.
Por el contrario, más de un tercio de las personas que disponen de algo menos de esa cantidad de tiempo libre no sienten que les falte tiempo.
Esto confirma que la sensación de tener mucho o poco tiempo no depende enteramente de la cantidad de tiempo que pueda medir un reloj.
Cuando los investigadores pidieron a los participantes que hicieran un seguimiento de sus actividades y calificaran sus sentimientos de presión temporal, descubrieron que los altos niveles de presión, intensidad y fragmentación (cambiar mucho entre tareas) estaban asociados con sentimientos de escasez de tiempo.

La sensación de estar en una carrera constante contra el tiempo puede tener más que ver con la percepción que con la realidad (Foto: Duda Vasilii).
Mientras tanto, las personas que logran sumergirse en una actividad específica o concentrarse profundamente tienden a sentir que tienen más tiempo. Incluso con agendas apretadas, su proactividad y su nivel de inmersión ayudan a que sus cerebros perciban el tiempo como una ralentización.
El psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi describió este estado como flujo. Cuando las personas trabajan en un estado de profunda concentración, el cerebro reduce la cantidad de energía que utiliza para alternar entre tareas y reduce el conflicto cognitivo. De esta manera, el tiempo se percibe con mayor plenitud.
Esta es también una de las razones por las que muchas personas se sienten relajadas al participar en actividades que requieren concentración como dibujar, hacer jardinería o tocar un instrumento musical.
Además de los factores personales, la presión del tiempo también está influenciada por los patrones de trabajo y el estilo de vida urbano.
Con el desarrollo de la tecnología, la línea entre el tiempo laboral y el personal se ha difuminado. Las notificaciones de trabajo aparecen incluso por las tardes y los fines de semana, interrumpiendo el tiempo de descanso.
La investigadora del tiempo Judy Wajcman, del University College de Londres, sostiene que la disponibilidad constante de entornos digitales crea una sensación de estar constantemente conectado, incluso si el número de tareas no aumenta.
La clave para reducir la presión del tiempo
Para mejorar esta situación, muchos expertos recomiendan un enfoque combinado de acción individual y ajuste sistémico.
A nivel personal, el psicólogo Hal Hershfield recomienda realizar una auditoría diaria de tiempo. Al registrar las actividades, el tiempo dedicado a cada tarea y cómo se sienten al finalizarla, se puede tener una idea más clara de la distribución real del tiempo.
Muchas personas pasan horas en actividades que dejan sus cuerpos y mentes exhaustos en lugar de restaurados.
Comprender cómo invertimos nuestro tiempo nos ayuda a tomar decisiones más conscientes. Limitar el uso del teléfono, crear bloques ininterrumpidos en nuestro día y dedicar tiempo a actividades significativas para nosotros son estrategias de eficacia comprobada.
Un estudio de la Universidad de Pensilvania descubrió que reducir el uso de las redes sociales a menos de 30 minutos al día mejoraba tanto la sensación de abundancia de tiempo como el bienestar mental.
En un nivel más amplio, los investigadores destacan la importancia de las políticas que apoyan el equilibrio entre el trabajo y la vida personal.
El modelo de semana laboral de cuatro días se está probando en muchos países y, inicialmente, ha demostrado reducir la presión del tiempo y aumentar la productividad. Las organizaciones también están implementando normas para desactivar las notificaciones fuera del horario laboral y así garantizar que el tiempo libre de los empleados no se fragmente.
Como señala el psicólogo Xiaomin Sun, añadir una sola hora al día no solucionará el problema si no cambiamos nuestra forma de emplear el tiempo. Si nuestros días siguen llenos de estrés, interrupciones y actividades de baja calidad, seguiremos sintiéndonos apurados sin importar la hora.
Fuente: https://dantri.com.vn/khoa-hoc/khoa-hoc-chi-ra-nguyen-nhan-khien-con-nguoi-hiem-khi-cam-thay-du-thoi-gian-20251120172246700.htm






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