
Hace 20 años, el Primer Ministro decidió que el 23 de noviembre de cada año se celebrara el Día del Patrimonio Cultural de Vietnam. Además, en el contexto de la reciente independencia del país, el 23 de noviembre de 1945, el presidente Ho Chi Minh firmó el Decreto n.º 65/SL, que define las tareas de la Academia Arqueológica Oriental, el primer decreto relacionado con la preservación del patrimonio cultural de un joven Estado vietnamita.
Estos hitos crean un flujo continuo, desde la conciencia inicial del papel del patrimonio en los primeros días de la construcción de la nación hasta el establecimiento de un día conmemorativo nacional cuando el país entra en un período de desarrollo e integración.
Y ahora, mirando atrás dos décadas después, podemos ver que el patrimonio está cada vez más presente en nuestras vidas y en el modo en que funciona la sociedad.
En los últimos veinte años, si nos fijamos en las cifras, el sector del patrimonio ha logrado avances significativos. El país cuenta actualmente con más de 10.000 reliquias clasificadas, más de 7.000 patrimonios culturales inmateriales inventariados y casi 200 museos con más de 4 millones de artefactos que preservan partes importantes de la memoria nacional.
A nivel internacional, Vietnam cuenta con 9 Patrimonios Culturales y Naturales Mundiales, 16 Patrimonios Culturales Inmateriales Representativos de la Humanidad y 11 Patrimonios Documentales pertenecientes al Programa Memoria del Mundo de la UNESCO.
Pero si sólo nos fijamos en los logros, todavía no hemos abordado algo que ha estado en el centro de las dos últimas décadas: el cambio en la forma en que la sociedad recibe y se relaciona con el patrimonio.
En el pasado, el patrimonio solía considerarse obra del Estado y de expertos. La comunidad, si acaso se mencionaba, solía ser beneficiaria o «movilizada para participar». Pero hoy, el panorama es diferente, ya que el patrimonio se integra en la vida social de diversas maneras, desde debates comunitarios hasta fuertes reacciones cuando una reliquia corre el riesgo de desaparecer o ser comercializada excesivamente.
La atención pública de los últimos días sobre el antiguo barco descubierto en la costa de Hoi An Tay ( Da Nang ) es un ejemplo. A partir de una información que parecía limitada al sector arqueológico, la historia se difundió rápidamente, con muchas opiniones que deseaban un plan para preservar el barco pronto de los impactos del mar. Esto demuestra que, más allá del valor de un barco antiguo, es la actitud social la que impulsa a las personas a alzar la voz para proteger el patrimonio, con la esperanza de que se respete el pasado.
El yacimiento de Vuon Chuoi en Hanói es otro ejemplo más perdurable. Durante muchos años, arqueólogos y comunidades locales han advertido repetidamente del riesgo de que el yacimiento se vea afectado por la superposición de proyectos de construcción debido a la falta de planificación.

Por lo tanto, el reciente reconocimiento de Vuon Chuoi por parte de Hanói como reliquia a nivel de ciudad no solo es resultado de dichos esfuerzos, sino que también demuestra el proceso de desarrollo de la conciencia social sobre el valor de los estratos culturales subterráneos. En ese momento, la conservación dejó de ser una decisión unilateral para convertirse en una coordinación entre el gobierno, los expertos y la comunidad.
A partir de estos casos, podemos ver claramente el cambio en la forma en que la sociedad se acerca al patrimonio: la gente se interesa y expresa sus opiniones, los investigadores explican y conectan proactivamente con la comunidad, y las autoridades locales son más cautelosas y receptivas en las decisiones relacionadas con la memoria colectiva y el espacio cultural.
Desde otra perspectiva, este cambio se refleja también en la mentalidad desarrollista de muchas localidades, cuando muchas provincias y ciudades eligen el patrimonio como pilar económico, pasando de la “industria productora de humo” a la “economía sin humo”.
El patrimonio se convierte en la base del turismo cultural, de los productos creativos y de las marcas asociadas a festivales, pueblos artesanales y artes escénicas. Y aunque en algunos casos todavía existen formas poco razonables de hacer las cosas, es evidente que la supervisión y la crítica social están reduciendo gradualmente los modelos insostenibles.
Tras 20 años, en la nueva era de desarrollo nacional, el patrimonio cultural de Vietnam se enfrenta a nuevas exigencias. La velocidad de la información puede hacer que los valores fundamentales se vean fácilmente eclipsados, pero la tecnología también abre la posibilidad de que el patrimonio llegue al público de forma más flexible y dinámica.
Estamos viendo muchos enfoques nuevos: recorridos en línea, museos virtuales, experiencias de realidad virtual, vídeos que cuentan historias del patrimonio en el lenguaje de los jóvenes.
Por otro lado, muchas reliquias aplican la tecnología de forma proactiva con el apoyo de jóvenes grupos creativos, con una mentalidad cada vez más clara: el patrimonio no es sólo para exhibirse o preservarse, sino que debe convertirse en una experiencia en la que la comunidad participe en su interpretación.
Así, 20 años del Día del Patrimonio Cultural de Vietnam han demostrado algo importante: además de los títulos y logros, la sociedad se ha familiarizado con preguntas fundamentales: ¿Cuál es el propósito de preservar el patrimonio? ¿Cómo promoverlo? ¿Y qué postura debemos tomar cuando el patrimonio se enfrenta a la presión del desarrollo? Cuando se escucha la voz de la comunidad y el enfoque se vuelve más abierto, podemos creer que vamos por buen camino.
Al fin y al cabo, para cada cultura, el patrimonio no es sólo un recuerdo del pasado, sino también un compromiso con el futuro.
Según VNAFuente: https://baohaiphong.vn/ngay-di-san-van-hoa-viet-nam-nhin-lai-de-buoc-xa-hon-527531.html






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