En el curso de la historia, la cultura siempre ha sido fuente de fortaleza, el sólido fundamento espiritual que ha permitido al pueblo vietnamita superar innumerables desafíos, forjar su identidad y consolidar su posición en el panorama mundial. Sin embargo, al entrar en una nueva era —la de la profunda integración y el desarrollo sostenible— la cultura no es solo patrimonio, sino también un importante motor para impulsar el crecimiento económico , mejorar la vida social y construir una identidad nacional moderna.
Conscientes de este papel fundamental, el Programa Nacional Objetivo de Desarrollo Cultural surgió como un impulso estratégico, una profunda transformación para aprovechar, preservar y promover los valores culturales en la nueva era. No se trata solo de una inversión financiera, sino también de una inversión en talento, creatividad y dedicación a una cultura en constante innovación, sostenible e integrada.
Este camino no solo tiene como objetivo proteger el patrimonio, sino también abrir la puerta a la creatividad, fomentar nuevos valores culturales, convertir la cultura en un verdadero recurso nacional, de la mano del desarrollo integral del país.
La importancia de la cultura en la era del desarrollo nacional
En la historia del desarrollo de cualquier país, la cultura siempre ha desempeñado el papel de alma nacional, fuente de fortaleza interna e identidad propia para sobrevivir y consolidar su posición en el ámbito internacional. Para Vietnam, la cultura no es solo memoria del pasado, sino también guía en la era de la innovación y la integración. Desde valores tradicionales como el patriotismo y la solidaridad comunitaria, hasta creaciones modernas en música , arte y moda, la cultura moldea la identidad nacional, contribuyendo a que Vietnam no se diluya en el flujo de la globalización.

En el contexto de la economía del conocimiento y la tecnología 4.0, la cultura se ha transformado, dejando de limitarse a la preservación del patrimonio para convertirse en un poderoso motor creativo para el desarrollo sostenible. La industria cultural emerge como un sector económico estratégico, generando grandes ingresos y creando oportunidades para difundir los valores nacionales por todo el mundo. Pueblos artesanales tradicionales, arte renovado o patrimonio cultural inmaterial pueden combinarse con la tecnología moderna para crear productos únicos que conquistan el mercado global. Además, la cultura es fundamental para impulsar el sector turístico, con destinos como Hoi An, Trang An o festivales tradicionales que atraen a millones de turistas cada año.
Además de su función económica, la cultura es el vínculo que une a la comunidad, manteniendo la estabilidad y la armonía social en un contexto de rápido desarrollo. Los cambios económicos y sociales pueden generar conflictos de valores o crear brechas generacionales, pero es la cultura, con sus valores humanísticos y su espíritu nacional, la que guía los estilos de vida y las actitudes de las personas. No solo el rico patrimonio, sino también las costumbres, los hábitos y los comportamientos cotidianos crean una sociedad con altos estándares éticos, de responsabilidad y conciencia comunitaria.

En la era del desarrollo nacional, la cultura también constituye una herramienta para fortalecer el poder blando nacional. Valores culturales únicos como el Ao Dai, la gastronomía o la música folclórica no solo forjan una identidad propia, sino que también generan ventajas competitivas en el ámbito internacional. Países exitosos como Corea del Sur con la ola Hallyu o Japón con la cultura del anime han demostrado que la cultura puede servir de puente para conquistar los corazones y las mentes de la comunidad internacional, elevando así el prestigio nacional. Vietnam, con su rico patrimonio cultural, posee un gran potencial para convertirse en un centro de creatividad cultural en la región y el mundo.
Sin embargo, la promoción de los valores culturales en la nueva era conlleva desafíos. La introducción de valores extranjeros, junto con la rápida globalización, puede erosionar la identidad nacional si no existe una orientación oportuna. Esto exige una profunda innovación en el pensamiento y la acción, desde la inversión en infraestructura cultural y la sensibilización sobre la protección del patrimonio, hasta la formulación de políticas que apoyen el desarrollo sistemático de las industrias culturales.
La cultura, como fuerza motriz endógena, no solo preserva el patrimonio, sino que también impulsa el desarrollo sostenible del país. Es un puente que conecta el pasado con el futuro, permitiendo a Vietnam proyectarse con confianza al mundo con su identidad única y su fortaleza interior. Invertir en cultura es invertir en el desarrollo a largo plazo, de modo que el país no solo se desarrolle económicamente, sino que también brille por sus profundos valores humanos.
Cuellos de botella de recursos para la cultura en el período actual
A pesar de su importante papel en el desarrollo sostenible, la cultura en Vietnam aún enfrenta importantes obstáculos, especialmente en lo que respecta a los recursos. Esto no solo se debe a la falta de financiación, sino también a limitaciones en los mecanismos, las políticas, los recursos humanos y la conciencia social sobre la cultura.
Uno de los problemas más importantes es que la asignación de recursos financieros para la cultura aún no satisface las necesidades prácticas. La proporción del presupuesto destinado a la cultura en el gasto total del presupuesto estatal sigue siendo baja, insuficiente para invertir en la construcción de infraestructura moderna, la preservación del patrimonio cultural o el apoyo a las actividades artísticas creativas. Muchos teatros, museos, bibliotecas y centros culturales se encuentran en mal estado o carecen de fondos para su funcionamiento. Esto genera una escasez de espacios culturales donde la comunidad pueda acceder, experimentar y cultivar el aprecio por los valores tradicionales.

Además, las políticas culturales carecen de coherencia e innovación. La normativa legal aún no es lo suficientemente estricta ni genera suficientes incentivos para atraer inversión del sector privado y de recursos públicos. Las empresas, a pesar de su potencial económico, suelen mostrarse reticentes a invertir en cultura debido a la incertidumbre sobre los beneficios y las barreras administrativas. Las políticas preferenciales en materia de impuestos, terrenos o préstamos para las industrias culturales siguen siendo limitadas, lo que dificulta que este sector se consolide como un sector económico de vanguardia.
Además, la escasez de recursos humanos en el sector cultural representa un importante obstáculo. La mano de obra especializada en artes, gestión del patrimonio e industrias creativas sigue siendo insuficiente. Muchos artistas, investigadores y trabajadores culturales carecen de oportunidades para mejorar su formación, acceder a nuevas tecnologías y entornos laborales profesionales. En particular, la fuga de cerebros en el sector cultural se está convirtiendo en un grave problema, ya que muchos jóvenes talentos optan por trabajar en el extranjero o trasladarse a otros sectores con mejores ingresos y oportunidades de desarrollo.
La escasez de recursos no se limita solo a los financieros y humanos, sino que también se refleja en el nivel de conciencia social sobre el papel de la cultura. En muchas localidades, la cultura aún se considera un ámbito complementario, no una prioridad en las estrategias de desarrollo socioeconómico. Esto conlleva una situación en la que el patrimonio cultural, tanto tangible como intangible, no recibe la atención debida y muchos valores culturales tradicionales corren el riesgo de perderse. Además, en ocasiones la comunidad no es plenamente consciente de la importancia de preservar y promover la cultura en la vida cotidiana, lo que conduce a la indiferencia o incluso a la destrucción del patrimonio.

En el contexto de la globalización, la cultura vietnamita también se enfrenta a una fuerte competencia por parte de valores extranjeros. La falta de estrategias específicas para promover y desarrollar los valores culturales vietnamitas en el ámbito internacional ha impedido que la cultura vietnamita tenga un impacto profundo, a pesar de su gran potencial. La falta de sincronización en el enfoque entre los sectores relacionados —desde la educación y el turismo hasta las tecnologías de la información— también reduce la eficacia del uso de los recursos para la cultura.
La escasez de recursos representa un gran desafío, pero también ofrece oportunidades para reevaluar el papel de la cultura en el desarrollo del país. Para superar estas barreras, se requiere una mentalidad estratégica integral que sitúe la cultura en el centro de las políticas de desarrollo, a la vez que promueva la participación de toda la sociedad en la protección y el desarrollo conjuntos de los valores culturales.
Programa nacional sobre cultura: Eliminación de los cuellos de botella en los recursos
El Programa Nacional Objetivo de Desarrollo Cultural está diseñado como una estrategia integral para superar las limitaciones de recursos, abriendo nuevas oportunidades para el desarrollo cultural en la era de la integración y la modernización.
En primer lugar, el programa se centra en incrementar los recursos financieros para la cultura a través del presupuesto estatal y fuentes de capital socializado. Para el período 2025-2030, el programa prevé una inversión de 122.250 billones de VND, de los cuales el 63% proviene del presupuesto central, el 24,6% de contribuciones locales y el 12,4% restante de otras fuentes como empresas, particulares y organizaciones internacionales. Este es un importante avance que garantiza una fuente de financiación estable y transparente para la inversión en proyectos de conservación del patrimonio, la construcción de instituciones culturales y el desarrollo de las industrias culturales.

Al mismo tiempo, el programa busca solucionar el problema de la escasez de recursos humanos de alta calidad, un factor decisivo para el desarrollo cultural sostenible. Al mejorar la calidad de la formación y organizar programas de cooperación internacional, el programa no solo dota de competencias profesionales, sino que también fomenta el pensamiento creativo y la capacidad de integración de los trabajadores culturales. La educación en patrimonio y artes se integra ampliamente en el sistema educativo nacional, sentando las bases para que las nuevas generaciones comprendan, aprecien y hereden los valores culturales nacionales.
El programa también elimina los obstáculos en los mecanismos mediante la reforma institucional y la transformación digital en la gestión cultural. Garantizar que el 100% de las unidades culturales apliquen tecnología moderna no solo optimiza la eficiencia de la gestión, sino que también ayuda a llegar al público, especialmente a las generaciones más jóvenes. Se están implementando modelos de bibliotecas digitales, museos digitales y plataformas digitales para las industrias culturales con el fin de conectar la cultura con la vida moderna, potenciar el valor económico y la competitividad internacional.
Al mismo tiempo, el programa fomenta la socialización y atrae la participación de los sectores económicos en el desarrollo cultural. Las políticas preferenciales en materia de impuestos, el apoyo crediticio y los incentivos a la inversión público-privada han creado las condiciones para que empresas y particulares se sumen a la organización de eventos culturales, la preservación del patrimonio y el desarrollo de productos culturales creativos.
Además, el programa se centra en reducir la brecha en el acceso a la cultura entre regiones. Se prioriza la asignación de recursos a localidades desfavorecidas, zonas remotas y aisladas para la creación de instituciones culturales a nivel provincial, distrital y municipal; al mismo tiempo, se preserva y promueve el patrimonio cultural único de estas zonas. Se aplica una política de descentralización para que las localidades puedan implementar proyectos de forma proactiva, adaptándolos a sus condiciones reales y garantizando así la flexibilidad y la eficiencia.
De este modo, el Programa Nacional de Desarrollo Cultural no solo elimina las limitaciones en recursos financieros, humanos e institucionales, sino que también sienta las bases para la innovación y la integración internacional. Este es el motor estratégico para que la cultura se convierta en una fortaleza endógena, contribuyendo a promover el desarrollo socioeconómico sostenible y consolidando la posición de Vietnam en el panorama cultural mundial.
Para implementar con éxito el Programa Nacional Objetivo sobre cultura
Para que el Programa Nacional de Desarrollo Cultural se convierta en un verdadero motor del desarrollo sostenible del país, es fundamental contar con una visión estratégica amplia, aunada a acciones coherentes y coordinadas. En primer lugar, la cultura debe ocupar un lugar central en las políticas nacionales de desarrollo, no solo como un ámbito independiente, sino también como un elemento que conecta todos los aspectos económicos, sociales y ambientales. La creación de un marco jurídico claro y transparente, junto con una institución de gestión eficaz, constituirá una base sólida para definir y orientar el programa.
Los recursos financieros, si bien son fundamentales, deben utilizarse con eficacia y precisión. Es necesario seleccionar los proyectos según su prioridad, por ejemplo, para preservar el patrimonio en peligro, desarrollar la cultura en zonas remotas y aplicar tecnologías modernas a la transformación digital. El presupuesto estatal, que desempeña un papel clave, debe ir de la mano con la movilización de recursos sociales procedentes de empresas y organizaciones internacionales. Para ello, es necesario crear mecanismos de incentivos atractivos, desde reducciones fiscales hasta asistencia jurídica, que generen confianza en los socios a la hora de invertir en cultura.
Las personas son el factor clave para el éxito del programa. La inversión en recursos humanos de alta calidad no solo se centra en el equipo directivo, sino que también abarca a artistas, creadores y profesionales del sector cultural. Programas de formación bien organizados, iniciativas de cooperación internacional y estrategias para el desarrollo de la educación artística en las escuelas crearán una nueva generación capaz de heredar y desarrollar la cultura nacional.

Además, la transformación digital contribuye a mejorar la eficiencia en la gestión y promoción cultural. La creación de bases de datos digitales del patrimonio, el desarrollo de plataformas en línea y la aplicación de la tecnología a la conservación y la creación ayudarán a ampliar la accesibilidad, acercando la cultura al público, tanto a nivel nacional como internacional.
Sin embargo, cualquier plan tendrá dificultades para ser efectivo sin la participación de la comunidad. La cultura solo cobra vida cuando las personas colaboran para preservar y promover sus valores. Es necesario replicar los modelos de desarrollo comunitario que tienen la cultura como eje central, creando las condiciones para que las personas no solo se beneficien, sino que también participen activamente en la creación y preservación de la cultura.
Finalmente, para asegurar que el programa alcance sus objetivos a largo plazo, se requiere un mecanismo de seguimiento riguroso y la capacidad de adaptarse con flexibilidad. Es necesario medir periódicamente indicadores específicos sobre el desarrollo del sector cultural, el grado de conservación del patrimonio y la popularidad de los eventos culturales internacionales. Con base en ello, se pueden ajustar las estrategias y los recursos para adaptarlos mejor a la realidad, garantizando así su eficacia y sostenibilidad.
El éxito del Programa Nacional de Desarrollo Cultural no se limita a la mejora de los indicadores económicos y sociales, sino que también implica un fuerte renacimiento de los valores fundamentales, la identidad y la fortaleza espiritual de la nación. Cuando la cultura se convierte en una fuerza motriz intrínseca, que se extiende desde las políticas hasta la acción y desde los gestores hasta cada ciudadano, el país contará con una base sólida para proyectarse en el panorama mundial.






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