Controversia jurídica en torno al uso de la fuerza
En el centro de la crisis se encuentran las redadas militares estadounidenses contra supuestos buques de narcotráfico vinculados a Venezuela desde el 2 de septiembre. La Casa Blanca las ha descrito como acciones de "autodefensa" destinadas a eliminar las amenazas a Estados Unidos. Washington argumenta que los grupos narcotraficantes etiquetados como "organizaciones terroristas extranjeras" pueden ser objetivos legítimos.
Sin embargo, este argumento está siendo refutado rotundamente por expertos y juristas. Muchos expertos en derecho internacional, incluida la profesora Laura Dickinson (Universidad George Washington), creen que las actividades contra el narcotráfico no cumplen los criterios para constituir un "conflicto armado". En ausencia de un conflicto armado, el uso de la fuerza letal solo se permite como último recurso en situaciones de legítima defensa, no para ataques intencionales contra supervivientes tras la inutilización del buque.
Numerosos instrumentos jurídicos internacionales también enfatizan que los náufragos o las personas incapacitadas no pueden ser blanco de ataques. Por lo tanto, las acusaciones de un "doble ataque" para matar a todos los supervivientes, de confirmarse, plantearían serias dudas sobre su legalidad e incluso plantearían cuestiones relacionadas con crímenes de guerra.
La política estadounidense está dividida: tanto los legisladores republicanos como los demócratas han pedido una investigación, mientras que un grupo de ex abogados militares han calificado la orden de huelga de "completamente ilegal".
Las implicaciones más importantes de estas disputas no solo residen en la relación bilateral entre Estados Unidos y Venezuela, sino también en la posibilidad de un nuevo precedente: el uso expansivo del concepto de "antiterrorismo" para justificar acciones militares fuera del país sin la autorización del Congreso estadounidense ni el consenso internacional. Esto amenaza con erosionar el principio del uso de la fuerza en el derecho internacional, que se basa en la norma de "legítima defensa o autorización del Consejo de Seguridad".

Implicaciones de seguridad para el hemisferio occidental
Junto con las disputas legales, se ha producido una importante escalada militar. Washington ha movilizado a unos 15.000 soldados, desplegado el portaaviones USS Gerald R. Ford y realizado al menos entre 19 y 21 redadas contra supuestos buques cargados de drogas desde septiembre, con más de 80 muertos. Muchos expertos afirman que el despliegue militar es demasiado grande para una campaña exclusivamente antidrogas.
Caracas respondió advirtiendo sobre "22 semanas de invasión" y reforzando el despliegue de tropas y las defensas aéreas en torno a la capital. Si bien la capacidad militar de Venezuela no es comparable a la de Estados Unidos, las autoridades afirman que se están preparando para escenarios de guerra asimétrica que incluyen sabotaje, ataques guerrilleros y la movilización de fuerzas leales.
Los analistas afirman que, a nivel regional, las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela aumentan el riesgo de inestabilidad general. En primer lugar , el riesgo de una crisis de refugiados. Venezuela ya ha visto a millones de personas abandonar el país debido a la crisis económica y política . Una intervención militar podría desencadenar una nueva ola migratoria, sometiendo a los países vecinos Colombia, Brasil y las islas del Caribe a una grave presión social y de seguridad.
En segundo lugar , la inestabilidad regional y el riesgo de expansión del conflicto. En un escenario de escalada, los grupos armados no estatales que operan a lo largo de la frontera entre Colombia y Venezuela podrían aprovechar el caos para expandir su influencia. Esto complicaría aún más el ya frágil entorno de seguridad en el norte de Sudamérica.
En tercer lugar , las implicaciones geopolíticas más amplias. Caracas mantiene estrechos vínculos con Rusia, China e Irán. Un conflicto directo podría desencadenar respuestas indirectas de estos países, empujando a Estados Unidos a una tensión multirregional que debilitaría la ventaja estratégica de Washington en otros frentes.
En cuarto lugar , el riesgo político para la administración estadounidense. Según las encuestas, la mayoría del público estadounidense se opone a atacar a Venezuela. Una nueva guerra contradiría el compromiso de evitar conflictos en el extranjero.
La crisis entre Estados Unidos y Venezuela es un claro ejemplo de la compleja intersección del derecho internacional, los objetivos políticos y la estrategia de seguridad regional. Cualquier escalada podría tener consecuencias de gran alcance para el hemisferio occidental: desde crisis humanitarias hasta una prolongada inestabilidad de la seguridad e incluso el desequilibrio estratégico global.
Fuente: https://congluan.vn/cuoc-khung-hoang-my-venezuela-va-nhung-thach-thuc-an-ninh-khu-vuc-10320307.html






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