El viaje desde una infancia pobre hasta alcanzar el éxito en Estados Unidos.
Según The Guardian , Song-chun Zhu, nacido en 1969 en una aldea rural a orillas del río Yangtsé (provincia de Hubei), pasó su infancia en la tienda de comestibles de su padre, donde escuchó todo tipo de historias tristes: conocidos que morían por enfermedades sin tratamiento, accidentes y hambre. «La gente era muy pobre en aquella época», recordó.
Un día, Zhu vio por casualidad un árbol genealógico que registraba claramente las fechas de nacimiento y muerte de sus antepasados, pero nada más sobre sus vidas. La razón que dio fue simple: "¿Qué hay que registrar sobre los agricultores?". Esta respuesta le provocó un escalofrío en la espalda, y se prometió a sí mismo: "Mi vida debe ser diferente".
Zhu destacó en la secundaria y obtuvo una plaza en la Universidad de Ciencia y Tecnología de China. A finales de la década de 1980, quedó fascinado con el libro de David Marr, * Visión* , una de las obras fundamentales de la neurociencia visual y la inteligencia artificial. Soñaba con crear algún día un "mapa" de la inteligencia que explicara cómo los humanos piensan, razonan y juzgan mediante las matemáticas.
En 1992, Song-chun Zhu viajó a Estados Unidos para cursar un doctorado en informática en Harvard y posteriormente se convirtió en profesor de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Ganó numerosos premios prestigiosos y recibió financiación del Pentágono y la Fundación Nacional de Ciencias. Su familia vivía en Mulholland Drive, Los Ángeles, un símbolo del éxito estadounidense. Zhu consideró pasar allí toda su vida.
Sin embargo, su decepción con el rumbo de la industria estadounidense de la IA era cada vez mayor. Mientras gigantes como OpenAI y Meta invertían miles de millones de dólares en modelos lingüísticos gigantescos basados en redes neuronales para conquistar la "inteligencia artificial general" (AGI), Zhu argumentaba que este enfoque era como "construir castillos sobre la arena". Según él, la verdadera inteligencia reside en la capacidad de resolver grandes tareas con muy pocos datos —"datos pequeños, tareas grandes"—, no "datos grandes, tareas pequeñas" como ChatGPT.
El profesor Song-Chun Zhu en el jardín exterior de su oficina en la Universidad de Pekín, el 10 de julio de 2025. Foto: The Guardian
Desde 2010, el profesor Zhu ha centrado sus esfuerzos en construir una "arquitectura cognitiva" (sistemas capaces de autoplanificarse, razonar y adaptarse como los humanos), pero esta dirección de investigación ha quedado gradualmente relegada a un segundo plano a medida que la ola del aprendizaje profundo ha explotado.
Un punto de inflexión que cambió su carrera y la carrera global de la IA.
En agosto de 2020, en medio de la pandemia de COVID-19 y una ola de sentimiento antiasiático, Song-chun Zhu decidió discretamente regresar a China. Poco después, fue invitado a ejercer como profesor en la Universidad de Pekín y la Universidad de Tsinghua, y también dirigió el Instituto de Inteligencia Artificial General de Pekín (BigAI), un proyecto financiado por el gobierno.
Los medios de comunicación chinos lo aclamaron como un "científico patriota". Algunos legisladores estadounidenses cuestionaron por qué había recibido financiación de agencias federales a pesar de sus "conexiones" con los programas de reclutamiento de talentos de Pekín. El profesor Zhu negó estas acusaciones.
Su decisión también tuvo un elemento familiar: su hija menor, Zhu Yi, es patinadora artística y fue invitada por China a competir en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022.
Mark Nitzberg, un viejo amigo y compañero del profesor Zhu, graduado en Harvard, le preguntó si temía ser visto como alguien que ayudó a China a superar a Estados Unidos en IA. Simplemente respondió: «Me dieron recursos que no podría tener en Estados Unidos. Si quería convertir una idea en realidad, esta era una oportunidad única. Tenía que hacerlo».
Se abre un nuevo camino.
En Pekín, la oficina del profesor Zhu se encuentra en el pintoresco campus de la Universidad de Pekín, junto al lago Weiming. Continúa impartiendo docencia, asesorando sobre políticas y promoviendo la idea de que China debe considerar la IA como una estrategia nacional.
Cuando se le preguntó quién debería “ganar” la carrera de la IA, Estados Unidos o China, Zhu reflexionó: “Solo quiero que gane la versión más ética de la IA”.
La historia de Song-chun Zhu refleja un punto de inflexión crucial: Estados Unidos, antaño la tierra prometida de las mentes brillantes, está perdiendo su atractivo. Mientras tanto, China aprovecha la ola de "repatriación" de talento para alcanzar la prominencia. Y Song-chun Zhu, con su propia fe en la inteligencia artificial, decidió regresar, trayendo consigo la aspiración de moldear el futuro de la IA a su manera.
Fuente: https://vietnamnet.vn/giai-ma-ly-do-nha-khoa-hoc-hang-dau-the-gioi-hoi-huong-sau-30-nam-o-my-2445758.html










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