Lluvia de principios de verano

Todavía recuerdo con claridad una tarde así, cuando la primera lluvia del verano llegó al pueblo de montaña, trayendo consigo una sensación muy extraña, a la vez familiar y melancólica.

El clima en Pleiku durante el cambio de estación parece evocar cierta nostalgia: las mañanas son secas y soleadas, y por las tardes, las nubes se ciernen sobre las cimas de las montañas. Entonces, un día, en medio del frío familiar, las nubes se espesan, el viento cambia de dirección y el olor a basalto rojo se vuelve repentinamente penetrante. Es entonces cuando llega la lluvia, la primera tras muchos meses de sequía, despertando toda una zona de recuerdos.

La lluvia en Pleiku llegó de repente, pero sin prisa. Al principio, caía gota a gota, suavemente sobre el techo de chapa ondulada, como un viejo amigo llamando suavemente a la puerta. De repente, el cielo entero pareció abrirse de par en par, el agua cayendo a cántaros, mezclada con el sonido del viento y el susurro de las hojas de pino en las altas colinas.

El camino de tierra roja estaba salpicado de charcos. Los niños gritaban de alegría, corriendo descalzos bajo la lluvia, con la ropa sucia. Los adultos se acurrucaban en el porche, con tazas de café caliente en la mano, contemplando el cielo nublado, absortos en sus pensamientos.

Me encanta contemplar la lluvia a través de la vieja ventana de madera de la casa de mis padres. El olor a lluvia, mezclado con el aroma del café, el del arroz recién hecho y el de la corteza de canela secándose en el rincón de la cocina, crea colores únicos en el fluir de mis recuerdos.

Bajo la lluvia lloviznosa, escuché a mi abuela contar historias del pasado, escuché a mi madre llamar desde la cocina y escuché a mi corazón cultivando en silencio un anhelo que era difícil de nombrar.

Recuerdo las tardes lluviosas cuando mi hermana y yo íbamos juntas a cortar sésamo en el cafetal, y los días en que íbamos al pueblo en nuestras viejas bicicletas a pedir plátanos para alimentar a los cerdos. Las dos estábamos empapadas hasta los huesos, pero nos alegrábamos cuando encontrábamos laurel joven o cuando el dueño nos daba unos plátanos maduros...

La primera lluvia de verano en Pleiku no solo es una señal del tiempo, sino que para mí también es un momento agradable. La lluvia provoca la transformación de la naturaleza, despertando las almas cansadas tras días calurosos y secos. Trae la sensación de calma, de relajación, de sentarse y escucharse a uno mismo.

No es una exageración decir que Pleiku realmente sabe cómo complacer a la gente, incluso el clima sabe cómo seguir el ritmo de la vida humana para ayudarse mutuamente durante los días calurosos y soleados.

Si el día anterior fue caluroso y sofocante, el día siguiente será templado. Incluso a principios de verano, es necesario llevar un suéter ligero para salir, y por la noche a veces hay que buscar una manta fina para dormir.

Este verano, espero con ansias la primera lluvia de la temporada. Para mí, la primera lluvia del verano sigue siendo un recuerdo especial con historias mudas y llenas de amor.