En las últimas décadas, la inversión verde se ha consolidado como un pilar fundamental del crecimiento sostenible, vinculando los beneficios económicos con la responsabilidad ambiental y social. Esta tendencia se hace cada vez más evidente a medida que el mundo se enfrenta a las presiones del cambio climático, el agotamiento de los recursos y la necesidad de cambiar los modelos de desarrollo hacia prácticas verdes, circulares y bajas en emisiones.
En muchas regiones, como la Unión Europea, la APEC y la ASEAN, la inversión verde se ha convertido en una tendencia dominante que transforma las estrategias de desarrollo, el comportamiento empresarial y las decisiones financieras. Más allá de ser un requisito objetivo, la inversión verde abre nuevas vías de desarrollo, atrayendo capital de alta calidad para impulsar la transformación verde y alcanzar el objetivo de cero emisiones netas.
Desde diversas perspectivas, la inversión verde abarca la inversión directa o indirecta en proyectos, industrias y tecnologías destinadas a proteger el medio ambiente, utilizar eficientemente los recursos, conservar la biodiversidad, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse al cambio climático. En un plano más amplio, la inversión verde está vinculada a las finanzas verdes, los mercados de carbono, la infraestructura climática y el desarrollo de tecnologías verdes, áreas que cada vez atraen más atención en el sector financiero global.
Ante la necesidad mundial de movilizar enormes recursos para implementar el Acuerdo de París, la brecha financiera para limitar el aumento de la temperatura a no más de 1,5 °C se está ampliando. Un informe de 2023 de la Iniciativa de Política Climática muestra que el mundo necesita aproximadamente 4,3 billones de dólares anuales hasta 2030, mientras que los flujos de capital existentes solo alcanzan unos 1,3 billones de dólares. Esto subraya el papel crucial de la inversión verde para equilibrar los objetivos de desarrollo y los objetivos climáticos, y destaca la urgente necesidad de que cada país mejore sus mecanismos para movilizar y asignar eficazmente los recursos verdes.

Junto con los esfuerzos globales, muchos países han desarrollado marcos, estándares y herramientas de política financiera verde para dirigir los flujos de capital hacia sectores prioritarios. La Unión Europea destaca por su Taxonomía de la UE, China ha desarrollado una cartera de proyectos financiados con bonos verdes, y la ASEAN ha emitido un conjunto de estándares de bonos verdes acorde con las prácticas internacionales. Estos son pilares fundamentales para promover un mercado de capital verde sólido, transparente y unificado.
En Vietnam, la inversión verde se identifica como una vía esencial para alcanzar cero emisiones netas para 2050. La publicación de la Lista de Clasificación Verde, en virtud de la Decisión 21/2025/QD-TTg, ha supuesto un avance significativo en el perfeccionamiento del marco legal y la estandarización de las actividades de inversión verde, a la vez que ha ayudado a Vietnam a integrarse más profundamente con las prácticas internacionales. Dada la creciente demanda de capital para la transformación verde, el estudio de las tendencias y experiencias internacionales es crucial para apoyar el desarrollo de políticas, desarrollar un mercado de financiación verde y atraer recursos de alta calidad para el desarrollo sostenible.
El mercado global de finanzas verdes ha crecido rápidamente en tamaño, estructura y diversificación de productos durante la última década. Según la Iniciativa de Bonos Climáticos, el valor total de los instrumentos de deuda verde y sostenible emitidos ha superado los 3,5 billones de dólares, siendo los bonos verdes los que representan la mayor parte. Solo en 2023, la emisión de bonos verdes alcanzó casi los 520 000 millones de dólares, y para finales de 2024, se estima que el volumen total de bonos climáticos negociados superará los 1,05 billones de dólares, un aumento del 11 % con respecto al año anterior. Esto refleja la creciente demanda, tanto del sector público como del privado, de inversión en proyectos destinados a reducir las emisiones y adaptarse al cambio climático.
Junto con su expansión, el mercado global de finanzas verdes también ha experimentado un cambio significativo en la estructura de los emisores. Las instituciones bancarias representan la mayor parte de la emisión de bonos verdes, seguidas de las empresas, los gobiernos , las autoridades locales y los bancos de desarrollo. Esto indica que el mercado de finanzas verdes se está expandiendo cada vez más para incluir una gama más amplia de entidades, lo que mejora la diversidad y la estabilidad de los flujos de capital verde.

En términos de asignación sectorial, las energías renovables siguen siendo el principal destino de los flujos de capital verde, seguidas del transporte sostenible, las infraestructuras urbanas resilientes al clima y la agricultura sostenible. La inversión en energías limpias y la electrificación del transporte se consideran un factor clave para alcanzar el cero neto de emisiones para 2050.
Las principales economías, incluida China, han desarrollado estrategias de financiación verde bien estructuradas con sistemas estandarizados, mecanismos de crédito preferencial y carteras de inversión verde actualizadas según las mejores prácticas internacionales. En China, desde 2015, se han implementado diversas políticas de financiación verde, que han transformado rápidamente al país en uno de los mercados de bonos verdes más grandes del mundo. El transporte verde, las energías renovables, las nuevas industrias y la eficiencia energética representan una parte significativa de la cartera de crédito verde de China.
Junto con el fuerte crecimiento de los bonos verdes, han surgido numerosos instrumentos financieros nuevos para satisfacer las diversas necesidades de los inversores. Productos como los bonos verdes convertibles, los bonos vinculados a la sostenibilidad, los instrumentos basados en créditos de carbono y los modelos financieros híbridos se están adoptando cada vez más ampliamente.
Malasia es un excelente ejemplo de un país que desarrolla un ecosistema financiero verde integral, organizado según un modelo de cinco pilares que abarca instrumentos financieros, inversores, emisores, gobernanza interna e infraestructura de información. Cabe destacar que Malasia fue pionera en la emisión de sukuks de inversión socialmente responsable (SRI), un tipo de bono islámico verde, lo que impulsa las finanzas verdes en el Sudeste Asiático.
El rápido desarrollo del mercado de las finanzas verdes exige estandarización y transparencia. Ante el creciente riesgo de lavado de imagen (greenwashing), han surgido numerosos mecanismos y estándares internacionales de supervisión para garantizar la integridad del mercado. Los Principios de Bonos Verdes de la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICAM) son un estándar ampliamente utilizado que define los principios para la utilización del capital, la divulgación de información, los procesos de diligencia debida y la presentación de informes de impacto. El cumplimiento de estos estándares se considera crucial para aumentar la confianza de los inversores, especialmente entre los grandes fondos que aplican estrategias ESG.
Si analizamos la experiencia internacional, se pueden extraer varias lecciones importantes para Vietnam.
En primer lugar, es necesario finalizar con celeridad el sistema de normas y regulaciones relacionadas con las finanzas verdes, alineándolo con marcos internacionales como la Taxonomía de la UE o el Acuerdo de Asociación de la ASEAN (BPA). Esto sentará las bases para orientar los flujos de capital, fomentar la confianza de los inversores y reducir el riesgo de lavado de imagen verde.
En segundo lugar, el desarrollo de un ecosistema financiero verde requiere la participación coordinada del Estado, las empresas y las instituciones financieras. Además de políticas preferenciales en materia de impuestos, crédito y garantías, Vietnam necesita desarrollar datos verdes transparentes, aumentar la capacidad de evaluación de riesgos ambientales de las entidades crediticias y promover la divulgación de información ASG por parte de las empresas.
En tercer lugar, la diversificación de los instrumentos financieros verdes es una dirección crucial para ampliar las capacidades de movilización de capital, especialmente a través de modelos financieros híbridos que combinan recursos públicos y privados.
El nuevo contexto exige que Vietnam continúe aprovechando proactivamente la experiencia internacional, aplicándola con flexibilidad a las condiciones nacionales y construyendo un mercado financiero verde con altos estándares. Una vez fortalecidos estos elementos fundamentales, la inversión verde se convertirá en un motor crucial del crecimiento verde, mejorando la competitividad de la economía y contribuyendo al firme compromiso de Vietnam con la comunidad internacional en materia de desarrollo sostenible y adaptación al cambio climático.
Fuente: https://mst.gov.vn/dau-tu-xanh-xu-the-toan-cau-va-nhung-goi-mo-chinh-sach-cho-viet-nam-197251210170439759.htm










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