
Durian en las provincias occidentales - Foto: MAU TRUONG
En los últimos años, el sector agrícola ha logrado importantes avances en la conexión entre la producción y el mercado. Sin embargo, muchos agricultores aún desconocen la información y producen según las señales temporales de precios. Cuando el mercado se revierte, los agricultores sufren pérdidas de todo tipo.
La pregunta sigue siendo: "¿Qué plantar y qué cultivar este año?"
"¿Qué plantar y qué cultivar este año?" es una pregunta que muchos agricultores se hacen. La mayoría de la gente todavía apuesta por sus arrozales, huertos y estanques. Escuchan la información sobre precios de los comerciantes, conocidos o redes sociales, y luego deciden producir según sus instintos.
Cuando el durian, el café, la fruta del dragón, las naranjas, la caña de azúcar o el pez tra tienen buenos precios, la gente se apresura a cultivarlos y criarlos; cuando el mercado cambia, talan las cosechas, "cuelgan los estanques" y abandonan los campos.
El círculo vicioso de “plantar-cortar-criar-colgar” no ha terminado, aunque en el sector agrario se ha hablado mucho de transformación verde, de zonas de materia prima, de códigos de superficie de cultivo o de trazabilidad.
La provincia de Hau Giang (ahora parte de Can Tho) tenía la mayor superficie de cultivo de caña de azúcar del país, con más de 15.000 hectáreas, ahora solo quedan unas pocas hectáreas.
La "capital del bagre" llegó a exportar más de 2 mil millones de dólares, pero un año el precio bajó, lo que obligó a muchos acuicultores a cerrar sus estanques. El sueño de exportar camarones por valor de 10 mil millones de dólares sigue siendo un sueño.
La causa subyacente es que la información del mercado que llega a los agricultores es lenta y fragmentada.
En realidad, los agricultores carecen de información y habilidades para analizar el mercado. La mayoría aún produce basándose en la experiencia y los rumores, no en datos ni pronósticos. Producen muchos bienes, pero desconocen quién los compra, dónde ni a qué precio. Cuando los precios bajan, los agricultores suelen ser los perjudicados.
Mientras tanto, la planificación y las previsiones siguen siendo rígidas y lentas de adaptar. Muchos planes se calculan por superficie y producción, sin estar estrechamente vinculados al consumo. Cuando los precios suben, los agricultores se apresuran a ampliar sus áreas, superando la planificación. Cuando bajan, las abandonan. La superficie de cultivo de durianes, naranjas y bagres ha aumentado rápidamente, superando el plan hasta 2030, mientras que la infraestructura de conservación y las plantas de procesamiento no se han desarrollado a tiempo.
Una paradoja es que muchos planes se elaboran y se dejan ahí sin un mecanismo de seguimiento ni de ajuste flexible. Cuando el mercado cambia, el plan no cambia, y los agricultores desconocen qué dice el plan, dónde está ni cuándo entrará en vigor.
La realidad también demuestra que la cadena de valor sigue siendo inestable. El agricultor, el primer eslabón, sigue siendo el más débil. En la industria del panga, los agricultores solo disfrutan de entre el 10 % y el 20 % del valor, mientras que el 70 % del costo se destina a piensos y medicamentos veterinarios, la mayor parte de los cuales está en manos de empresas extranjeras. Cuando el precio es bueno, los agricultores se benefician poco; cuando baja, asumen todas las pérdidas.
Se establecieron muchos modelos asociativos que luego se desintegraron debido a la falta de mecanismos vinculantes y a la falta de distribución de beneficios y riesgos. La "enfermedad" del exceso de oferta se ha diagnosticado durante muchos años, pero la "cura" aún es insuficiente. Necesitamos cambiar el enfoque, de "qué plantar, qué cultivar" a "producir lo que el mercado necesita y obtener ganancias".
La información que llega a los agricultores debería ser como los pronósticos meteorológicos diarios.
Es hora de iniciar una “transformación de la información” en la agricultura, donde los agricultores ya no puedan adivinar, sino tomar decisiones basadas en datos reales y mercados reales.
En primer lugar, necesitamos un sistema de información agrícola transparente y accesible. El gobierno, las asociaciones y las empresas deben colaborar para crear mapas digitales de las zonas de materias primas, los precios, las temporadas y la demanda del mercado. La información debe actualizarse periódicamente y difundirse a través de teléfonos, aplicaciones y emisoras de radio locales, como los pronósticos meteorológicos diarios.
A continuación, debemos mejorar la alfabetización digital de los agricultores. La extensión agrícola no debe limitarse solo a las técnicas de cultivo, sino también enseñar a las personas a interpretar datos, firmar contratos electrónicos, vender en plataformas de comercio electrónico y rastrear el origen de sus propios productos.
Cuando los agricultores sean dueños de la información, ya no serán guiados por comerciantes ni rumores.
La planificación agrícola necesita ser digitalizada y más flexible. En lugar de regular rígidamente la superficie cultivada, las áreas de materias primas deberían estar vinculadas a las plantas de procesamiento, la producción debería estar vinculada al consumo y debería existir un mecanismo de ajuste flexible ante las fluctuaciones del mercado.
El modelo de arrozales de alta calidad y bajas emisiones de un millón de hectáreas, asociado con el crecimiento verde, que se está implementando en el delta del Mekong es un buen ejemplo. Allí, los agricultores no solo pueden vender arroz, sino también créditos de carbono, desarrollar el turismo agrícola y generar nuevo valor a partir de los mismos campos.
Los vínculos en la cadena de valor deben ser sustanciales. Las cooperativas y los grupos cooperativos necesitan modernizarse y tener la capacidad de negociar, firmar contratos y compartir beneficios y riesgos. Debe existir un mecanismo para que bancos, empresas y agricultores se sienten en la misma mesa, sin que cada parte siga una dirección diferente.
Cuando los agricultores se empoderen de la tecnología y se "emprenden", dejarán de ser meros empleados del mercado para convertirse en verdaderos sujetos de la economía agrícola. Podrán calcular ganancias y pérdidas, pronosticar precios, elegir el momento de vender, vincular las exportaciones y proteger el fruto de su trabajo mediante contratos y medios legales, no por casualidad.
Para lograr una agricultura sostenible, primero debemos ayudar a los agricultores a "abrir los ojos" al mercado. Cuando la información es transparente, la planificación es flexible, los vínculos estrechos y la tecnología está disponible para los agricultores, el cultivo ya no será una apuesta.
Los agricultores que entienden el mercado, saben utilizar los datos y saben pensar a largo plazo son los únicos que pueden tener esperanza en una agricultura moderna y salir al mundo con confianza.
Fuente: https://tuoitre.vn/dua-thong-tin-den-nong-dan-phai-cap-nhat-thuong-xuyen-nhu-du-bao-thoi-tiet-2025102210220403.htm
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