Alimentos para personas preocupadas por la salud
Las algas son un alimento popular entre las personas preocupadas por su salud. Consumirlas es una forma súper saludable y nutritiva de añadir vitaminas y minerales a la dieta.
Las algas marinas son conocidas como el "elixir del océano" por su gran valor nutricional, beneficioso para el corazón y los intestinos. Su consumo regular puede mejorar la salud y proteger el organismo de ciertas enfermedades.
Se pueden usar algas marinas, pero las que viven en agua dulce pueden ser tóxicas. Las algas que se pueden usar tienen diferentes colores: rojo, verde, azul verdoso y marrón.
Además, las algas marinas varían de tamaño. El fitoplancton es extremadamente pequeño, pero las algas marinas pueden alcanzar hasta 65 metros de largo, con raíces firmemente adheridas al fondo marino.
Las algas no sólo se consideran alimento para consumo humano, sino que también desempeñan un papel importante para la vida marina y son además la principal fuente de alimento para las criaturas del océano.
El contenido nutricional de las algas varía según el tipo y la ubicación de crecimiento. Sin embargo, todos los tipos contienen vitaminas y minerales, como: vitaminas A, B2, B5, C, E, calcio, cobre, yodo, hierro, magnesio, manganeso, fósforo, selenio, zinc...
Las algas son particularmente ricas en vitamina K, y tienen un alto contenido de proteínas y fibra, antioxidantes (compuestos que combaten el daño celular) en forma de vitaminas A, C y E, así como en los pigmentos que dan a las algas su color.
Según WebMD, las algas marinas son una excelente fuente de yodo. Este oligoelemento es importante para la salud de la tiroides, que ayuda a regular el metabolismo. El cuerpo no produce yodo, por lo que debe obtenerse a través de alimentos o suplementos.
Beneficios potenciales de las algas marinas
Mejorar la función tiroidea
Las hormonas tiroideas ayudan a regular muchas funciones corporales, desde los ciclos menstruales hasta la temperatura corporal. Sin yodo, la tiroides no puede producir suficiente cantidad de esta hormona, lo que puede provocar bocio. El yodo es especialmente importante para las mujeres embarazadas, ya que participa en el desarrollo cerebral del feto.
Bueno para la salud intestinal
Las algas contienen carbohidratos que actúan como prebióticos, fibras no digeribles que nutren las bacterias beneficiosas del tracto digestivo. Los azúcares presentes en las algas promueven el crecimiento de bacterias beneficiosas y aumentan los niveles de ácidos grasos de cadena corta que ayudan a mantener la salud del revestimiento intestinal.
Apoya la salud del corazón
Estudios preliminares han encontrado una relación entre el consumo de algas y un menor riesgo de enfermedades cardíacas. Algunos hallazgos sugieren que los polifenoles, compuestos presentes en las algas, podrían ayudar a reducir la presión arterial, el colesterol LDL (el colesterol "malo") y los niveles de colesterol total.
Estabilizar el azúcar en la sangre
Algunas evidencias sugieren que los compuestos polifenólicos presentes en las algas marinas podrían contribuir al control de la glucemia. La fucoxantina, un antioxidante presente en algunas algas marinas, también podría desempeñar un papel en dicho control.
Riesgos potenciales
Comer algas es seguro para la mayoría de las personas. Sin embargo, hay algunos aspectos a tener en cuenta al usarlas:
Demasiado yodo:
Si bien el yodo es importante para la salud de la tiroides, un exceso de este oligoelemento puede ser contraproducente.
Solo necesitamos pequeñas cantidades de yodo: unos 150 microgramos al día. Los niños, bebés y personas con trastornos tiroideos deben evitar especialmente el consumo excesivo de yodo.
Interacción con ciertos medicamentos
Las algas marinas son ricas en potasio, que generalmente es saludable, pero puede ser perjudicial para las personas con enfermedad renal. También contienen vitamina K, que puede interferir con los medicamentos anticoagulantes como la warfarina.
Algunas algas pueden contener altos niveles de metales pesados.
Las algas pueden contener altos niveles de arsénico, cadmio, mercurio o plomo, dependiendo de cómo y dónde se cultiven.
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