Por primera vez, el concepto de KPI —un índice de evaluación del desempeño familiar para las empresas— se incluye en el borrador como base para evaluar a los funcionarios públicos. No se trata solo de criterios generales, sino que el borrador busca cuantificar el volumen, la calidad, el progreso e incluso el nivel de satisfacción de las personas y las organizaciones con cada puesto en la función pública.
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El personal del Centro de Servicios de Administración Pública del Distrito de Tuy Hoa gestiona los trámites administrativos. Foto de la ilustración: Viet An |
Este es claramente un avance revolucionario. Hasta ahora, la evaluación de los funcionarios públicos se ha basado principalmente en informes y comentarios de los superiores directos o colectivos. El factor emocional es inevitable, lo que lleva a una situación de excesiva indulgencia, priorizando la paz al máximo y garantizando que todos cumplan con sus tareas correctamente. Por lo tanto, la aplicación de KPI garantizará la democracia, la publicidad, la equidad, la precisión, la transparencia y la objetividad. Cuando cada funcionario público demuestre la eficacia de su trabajo con datos específicos, quienes lo hagan bien serán reconocidos y recompensados; quienes se mantengan estancados y dependientes deberán esforzarse o ceder ante otros. Este es el espíritu de tomar los resultados del servicio al pueblo como una medida de desempeño.
Sin embargo, para evitar que los KPI se conviertan en un eslogan o una carga formal, debemos abordar directamente los desafíos. En primer lugar, los KPI deben diseñarse para adaptarse a las particularidades de cada puesto. Un funcionario tributario, un desarrollador de políticas o un funcionario de tierras comunales no pueden usar el mismo criterio. Si se establecen objetivos demasiado ambiciosos, que exceden la capacidad de los recursos, es fácil que se busquen logros. Por el contrario, si los objetivos son vagos y fáciles, los KPI perderán su función de filtro.
Además, los datos para la medición también son motivo de preocupación. Los KPI solo son verdaderamente objetivos cuando existe un sistema de datos transparente, actualizado y verificable. En un contexto en el que muchos organismos aún gestionan registros en papel y aún no han conectado los datos, recopilar y verificar información para evaluar a los funcionarios públicos supone un gran reto. Sin una transformación digital sincronizada y una reforma procedimental, los KPI pueden manipularse fácilmente o convertirse en "números parlantes" según opiniones subjetivas.
Otra barrera es el miedo al cambio. La práctica de la evaluación general y emocional ha existido durante muchos años, y la introducción de indicadores "duros" seguramente encontrará resistencia por parte de un grupo de funcionarios. En este momento, los esfuerzos pioneros del organismo rector, la determinación del nivel directivo y, sobre todo, el consenso de la sociedad determinarán el éxito o el fracaso de la política.
En la práctica, las industrias y localidades que han aplicado con audacia los KPI han registrado resultados positivos: mayor responsabilidad personal, menor complejidad de los trámites y mayor satisfacción de las personas y las empresas. Una vez que los funcionarios comprendan que los resultados laborales están vinculados a su trayectoria profesional y a sus propios intereses, cambiarán de forma natural.
Pasar de lo emocional a lo cuantitativo nunca es fácil. Pero si queremos un servicio público profesional, transparente y eficaz, no tenemos más remedio que salir de nuestra zona de confort. Los KPI no son una varita mágica, pero son una herramienta necesaria para acercarnos a una administración moderna, donde cada funcionario sea evaluado por su capacidad, contribución y expectativas sociales.
Fuente: https://baodaklak.vn/xa-hoi/202510/mo-duong-cho-nen-cong-vu-chuyen-nghiep-24c1632/
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