Un estudio pionero realizado por científicos chinos sobre el trastorno del espectro autista ha descubierto que los probióticos presentes en el queso pueden ayudar a aliviar estos síntomas.
El trastorno del espectro autista (TEA) es una afección neurológica que dura toda la vida y que afecta la interacción social, la comunicación y el comportamiento, afectando a más de 60 millones de personas en todo el mundo, y el número de diagnósticos aumenta cada año.
| Los probióticos presentes en el queso podrían ayudar a aliviar los síntomas del autismo. (Fuente: SCMP) |
Investigadores del Instituto de Zoología de la Academia China de Ciencias han explorado el vínculo entre la salud intestinal y el autismo, basándose en la creciente evidencia de que el microbioma intestinal puede influir en la función cerebral, el estado de ánimo y la cognición.
Sus resultados preliminares, publicados en la revista Cell Genomics el 12 de febrero, mostraron mejoras significativas en el comportamiento social de los ratones después de ser tratados con el probiótico Lactobacillus rhamnosus, una bacteria comúnmente utilizada en la fermentación de la leche.
Desde hace tiempo se ha creído que el TEA está vinculado a factores genéticos y ambientales, pero estudios recientes destacan el eje intestino-cerebro, un sistema de comunicación bidireccional entre el tracto gastrointestinal y el sistema nervioso central. Las alteraciones del microbioma intestinal se han vinculado a trastornos del desarrollo neurológico, como la ansiedad y la depresión.
El equipo de investigación, dirigido por el genetista Zhao Fangqing del Instituto de Zoología, se centró en el gen CHD8, un gen importante para el desarrollo del cerebro y el intestino.
Las mutaciones en CHD8 son uno de los marcadores genéticos más comunes del autismo. Mediante tecnología avanzada de secuenciación de ARN unicelular, los investigadores crearon un modelo murino con una deficiencia específica de CHD8 en las células intestinales.
Cabe destacar que, tras un mes de suplementación diaria con Lactobacillus rhamnosus, los ratones mostraron una restauración de la plasticidad sináptica (un mecanismo crucial para el aprendizaje y la memoria) y un aumento de neuronas positivas para Drd2, que regulan la motivación social. En particular, se revirtió la disminución de la curiosidad de los ratones hacia nuevos entornos sociales.
“Estos hallazgos profundizan nuestra comprensión de los orígenes moleculares del TEA y abren la puerta a terapias innovadoras”, afirmó un comunicado de prensa de la Academia China de Ciencias.
Aunque la intervención probiótica del estudio se centró en las células intestinales, sus efectos también se extendieron al cerebro, lo que sugiere el papel del intestino como un "segundo cerebro", añade el comunicado.
Los científicos necesitarán realizar ensayos en humanos para confirmar la seguridad y eficacia de este método, pero la investigación ha ofrecido esperanza a las familias que enfrentan desafíos en la crianza de niños autistas.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU., dado que en 2023 1 de cada 36 niños estadounidenses será diagnosticado con autismo, la necesidad de tratamientos no invasivos es urgente.
Los investigadores dicen que la terapia probiótica, si resulta efectiva, podría convertirse en una nueva intervención conductual para niños con autismo, con efectos secundarios mínimos.
En la próxima fase, el equipo de Trieu Phuong Khanh planea estudiar cómo las señales que se originan en el intestino afectan con precisión los circuitos cerebrales.
Actualmente existe un aumento del interés mundial en los tratamientos basados en el microbioma, y los ensayos clínicos exploran el potencial de los probióticos para ayudar con una variedad de afecciones, desde la depresión hasta la enfermedad de Parkinson.
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