Han pasado más de 40 años desde que la humanidad se enfrentó a la enfermedad del siglo: el VIH/SIDA. De ser una "sentencia de muerte", gracias a los avances médicos y los esfuerzos comunitarios, el VIH/SIDA se ha convertido en una "enfermedad crónica controlable".
El mundo está más cerca que nunca de poner fin a la pandemia en 2030, pero, paradójicamente, en 2025 se producirán los cambios más preocupantes en décadas.
La pregunta más importante ahora no es la capacidad de la medicina, sino la voluntad de la humanidad: ¿protegeremos los logros que hemos alcanzado o permitiremos que desaparezcan?
Según el último informe del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 40,8 millones de personas en todo el mundo viven con el VIH, de las cuales las mujeres y las niñas representan el 53%.
Aunque las cifras siguen siendo enormes, reflejan un fuerte progreso médico: las nuevas infecciones han disminuido un 61% desde el pico en 1996 y un 40% desde 2010, a 1,3 millones en 2024; las muertes relacionadas con el SIDA han caído un 70% desde 2004, a alrededor de 630.000 en 2024. El objetivo mundial —reducir las muertes a menos de 250.000 para 2025— aún está muy lejos, pero la tendencia a la mejora es clara.
Gracias a la estrategia “detectar-tratar-suprimir”, 31,6 millones de personas reciben actualmente tratamiento antirretroviral (ARV), frente a 7,7 millones en 2010. Pueden llevar vidas saludables, con poca o ninguna posibilidad de transmitir el virus.
Sin embargo, persisten enormes brechas: 9,2 millones de personas no acceden al tratamiento y 5,3 millones desconocen que tienen VIH. Estos son puntos débiles que permiten que el virus siga propagándose silenciosamente.
El año 2025 supondrá una importante conmoción para el sistema mundial de prevención del VIH/SIDA. La crisis financiera, sumada a los recortes de Estados Unidos a la ayuda internacional, provocará una reducción del presupuesto mundial de apoyo a la salud de entre un 30 % y un 40 % en comparación con 2023, según estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
La repentina escasez interrumpió las cadenas de suministro de medicamentos, limitando gravemente los servicios de pruebas y prevención como la PrEP (profilaxis preexposición). Muchas organizaciones comunitarias se vieron obligadas a cerrar.
La escasez es evidente en África: las existencias de PrEP han disminuido un 31 % en Uganda y un 64 % en Burundi; Nigeria ha reducido la distribución de preservativos un 55 %; Etiopía y el Congo han sufrido una grave escasez de pruebas diagnósticas. Zimbabue ha tenido que despedir masivamente a personal sanitario ante la escasez de fondos, dejando los medicamentos en almacenes y a los pacientes sin atención.
África subsahariana sigue siendo el epicentro de la pandemia, con dos tercios de las personas que viven con el VIH a nivel mundial. Si bien África oriental y meridional han logrado importantes avances en la reducción de nuevas infecciones, la magnitud de la epidemia es tan grande que cualquier interrupción podría ser catastrófica.
Lo que es más preocupante, unas 450.000 mujeres aquí han perdido el contacto con los trabajadores comunitarios, la fuerza clave que conecta a los pacientes con los servicios de salud.
En Europa, el desafío reside en el diagnóstico tardío. Datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) muestran que el 54 % de los casos de VIH se detectan cuando el sistema inmunitario está gravemente debilitado, lo que reduce la eficacia del tratamiento y aumenta el riesgo de muerte.
Mientras tanto, en Europa del Este, Asia Central, Oriente Medio, el Norte de África y algunos países de América Latina se han observado tendencias crecientes o estancadas en las nuevas infecciones, principalmente entre hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y usuarios de drogas inyectables, donde las barreras legales y el estigma siguen siendo elevados.
El año 2025 marca 35 años de esfuerzos de Vietnam para prevenir y combatir el VIH/SIDA. Gracias a la implementación sólida y coordinada de actividades y a la expansión de un enfoque integral que ofrece servicios integrales de prevención, detección y tratamiento del VIH/SIDA, Vietnam ha logrado numerosos resultados positivos y se ha convertido en un referente en la prevención y el control del VIH/SIDA a nivel regional y mundial.
El Sr. Raman Hailevich, Director de ONUSIDA en Vietnam, dijo que se estima que los esfuerzos de prevención del VIH en Vietnam durante el período 2004-2024 han ayudado a evitar que más de 1,2 millones de personas se infecten con el VIH y que casi 320.000 personas mueran de SIDA.
El Sr. Raman Hailevic afirmó que los logros de Vietnam son resultado del liderazgo firme y decidido del Partido y el Estado vietnamitas en la prevención y el control del VIH/SIDA, así como de una política centrada en la población durante muchos años. Sin embargo, la reducción de la financiación internacional representa un desafío importante para Vietnam.
Uno de los puntos más bajos del informe de 2025 es la infancia. UNICEF advierte sobre la creciente desigualdad: el 77% de los adultos que viven con el VIH reciben tratamiento, pero solo el 55% de los niños lo reciben.
La falta de pruebas a los recién nacidos y las interrupciones en la prevención de la transmisión del virus de madre a hijo causaron 75.000 muertes infantiles relacionadas con el SIDA el año pasado.
Estas cifras reflejan una verdad desgarradora: los niños del África subsahariana tienen muchas más probabilidades de morir de SIDA que los niños de otras regiones.
A pesar del panorama desafiante, los avances científicos ofrecen una gran esperanza. Nuevos métodos de prevención, como las inyecciones de acción prolongada o el lenacapavir, administrado cada seis meses, prometen revolucionar la prevención.
La investigación sobre el VIH también sentó las bases para la terapia CAR-T en el tratamiento del cáncer, demostrando su valor más allá de la prevención del VIH/SIDA.
Pero la ciencia no puede prevalecer sin la “vacuna social”: compasión, inclusión y compromiso político. En 2025, muchos países endurecerán las leyes que penalizan las relaciones entre personas del mismo sexo y las actividades de los grupos comunitarios, medidas que sofocan el acceso a la atención sanitaria.
“La crisis financiera ha puesto de manifiesto la fragilidad del progreso logrado con tanto esfuerzo”, advirtió la directora ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima, y añadió que, si no se alcanza el objetivo de 2030, el mundo podría registrar 3,3 millones de nuevas infecciones solo entre 2025 y 2030. El temor no es que el virus mute, sino que el sistema mundial de apoyo se debilite.
Como dijo la Sra. Byanyima: «Este es un momento de decisión: dejar que las conmociones destruyan décadas de progreso o unirnos para erradicar el sida. Millones de vidas dependen de la decisión que tomemos hoy».
Es por esto que las Naciones Unidas han elegido como tema global para el Día Mundial del SIDA 2025 “Superar las disrupciones, transformar la respuesta al SIDA”.
La pregunta ya no es "¿Podemos acabar con el SIDA?", sino "¿Tenemos la voluntad de hacerlo?". Los medicamentos están ahí, la ciencia está ahí. El VIH/SIDA ya no es solo un desafío médico, sino una prueba de la compasión y la responsabilidad de la humanidad.
Si los países no actúan para llenar el vacío de financiación y proteger los derechos humanos, los logros de los últimos 40 años podrían desaparecer, y la puerta para poner fin a la mayor pandemia de la historia podría cerrarse ante nuestros ojos.
(TTXVN/Vietnam+)
Fuente: https://www.vietnamplus.vn/phep-thu-trach-nhiem-doi-mat-voi-can-benh-the-ky-hivaids-post1080306.vnp






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