Consumir más alimentos de origen vegetal se asocia con un menor riesgo de enfermedad del hígado graso no alcohólico, pero no todos son buenos.
Un equipo de investigación dirigido por la Universidad de Ciencia y Tecnología de China Central (Wuhan, China) examinó en detalle los diferentes efectos de varios alimentos y bebidas de origen vegetal.
Beber té, café, comer muchos frutos secos, frutas... te ayudará a combatir el riesgo de enfermedad genética del hígado graso no alcohólico - Foto ilustrativa de Internet
Resumiendo el estudio, News-Medical dijo que los autores analizaron datos de más de 500.000 personas de entre 37 y 73 años, recopilados por el Biobanco del Reino Unido.
Se dividieron en 17 grupos, incluidos aquellos que consumían principalmente alimentos vegetales saludables, aquellos que consumían muchos alimentos vegetales no saludables y aquellos que consumían muchos productos animales.
Después de la encuesta inicial, los autores reclutaron a casi 160.000 personas para analizar el riesgo de enfermedad del hígado graso y a 20.692 personas para analizar el contenido de grasa del hígado.
Se les asignó una puntuación PDI, que representa una buena adherencia a una dieta saludable basada en plantas. Las plantas saludables son alimentos y bebidas derivados de granos y semillas naturales e integrales; Mientras que las variedades refinadas se consideran menos saludables (por ejemplo, el arroz blanco, el pan blanco...).
Los resultados mostraron que cuanto mayor sea el PDI, mayor será la capacidad de vencer el riesgo de hígado graso genético.
La dieta mediterránea, una dieta alabada por proporcionar una longevidad excepcional a españoles, italianos... con muchas verduras, frutas, cereales integrales, pescado, legumbres, frutos secos, huevos, leche, aceite de oliva... se considera la más perfecta para combatir la PDI.
Más interesante aún, se descubrió que el consumo regular de té, café o comer frutos secos como refrigerio reducía el riesgo de enfermedad del hígado graso no alcohólico, independientemente de si es causada por la genética o el estilo de vida. Esta magia proviene de los flavonoides, la fibra, la cafeína, los fitoesteroles y las proteínas vegetales del té, el café y las semillas.
El consumo de té, café y semillas también ayuda a mejorar la resistencia a la insulina, lo que ayuda a prevenir o controlar la diabetes; mejorar la microflora intestinal; reducir la obesidad de la parte media del cuerpo (por ejemplo, la obesidad abdominal).
Este es un hallazgo notable porque la enfermedad del hígado graso, una enfermedad que se produce como resultado de la interacción de factores ambientales, de estilo de vida y genéticos, es uno de los trastornos hepáticos crónicos más comunes, que afecta al 32,4% de los adultos a nivel mundial y puede provocar cirrosis y cáncer de hígado.
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