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| Desde hace muchos años, las actividades benéficas durante la temporada de huracanes se han convertido en un reflejo comunitario. (Foto: Nhat Anh) |
Cada temporada de tormentas, ver los techos desnudos y los campos inundados llena de tristeza a todos. Desde el centro hasta el norte de Vietnam, las regiones azotadas por las tormentas se convierten en foco de compasión: cientos de vehículos de socorro convergen, miles de personas contribuyen con dinero, arroz y ropa. Pero en medio de este mar de bondad, cabe preguntarse: ¿La caridad se trata de salvar vidas o de salvar las propias emociones? ¿Y cómo se cumple la responsabilidad social, especialmente para quienes ocupan puestos de influencia?
Desde hace muchos años, las actividades benéficas durante las tormentas se han convertido en un reflejo comunitario. Cuando azota una tormenta, las redes sociales se llenan de peticiones de donaciones y los bienes llegan en grandes cantidades a las zonas afectadas por las inundaciones. Esta acción nace de la compasión y de la cultura de "ayudar a los necesitados", una hermosa tradición del pueblo vietnamita.
Pero las buenas acciones, si carecen de sabiduría, a veces pueden tener el efecto contrario. Muchos envíos van a los lugares equivocados, las labores de socorro se duplican, los bienes se acumulan en un lugar mientras otros padecen hambre, y en algunos casos, los artículos se pudren por falta de organización. Quizás sea hora de que la caridad requiera no solo buenas intenciones, sino también comprensión y disciplina.
La generosidad no puede ser espontánea. Las tormentas y las inundaciones no solo se llevan comida y ropa, sino también el sustento y la esperanza. Por lo tanto, la caridad sostenible debe partir de una mentalidad a largo plazo: ayudar a las personas a recuperar sus vidas, apoyar la reconstrucción de hogares, reconstruir puentes y carreteras, y crear empleos después de la tormenta. Muchas organizaciones internacionales han seguido este enfoque, considerando cada donación como una semilla para el futuro. En nuestro país, sin embargo, la mayoría de las actividades aún se limitan a la necesaria, pero insuficiente, "ayuda alimentaria de emergencia".
Desde otra perspectiva, en la era de las redes sociales, la caridad también conlleva un nuevo elemento: el escrutinio público. Celebridades —cantantes, actores, deportistas, etc.—, con su amplia influencia, pueden recaudar decenas de miles de millones de dongs en tan solo unos días. Cuando piden donaciones, cientos de miles de personas confían en ellas y les transfieren dinero. Se convierten en "faros humanitarios" en medio de la tormenta. Pero precisamente por esto, cada acción que realizan está sujeta a un intenso escrutinio. Si no son transparentes, no revelan públicamente sus finanzas y no cooperan con las autoridades, esa confianza puede fácilmente quebrarse.
Se han producido incidentes controvertidos en los que artistas han solicitado donaciones, pero luego han retrasado el anuncio de los resultados o han carecido de un plan claro para su uso. La indignación pública no solo se debe al dinero, sino también a la confianza dañada. Cuando se pierde la confianza, la gente se vuelve reticente y desconfiada incluso de las buenas obras. Y eso es lo más lamentable. Porque la caridad no es un lugar para poner a prueba la confianza, sino para sanarla.
Las celebridades, al participar en labores sociales, no son solo filántropos, sino que representan una cultura de responsabilidad. Una sola publicación puede llegar a millones de personas; una sola palabra puede impulsar todo un movimiento. Pero un solo paso en falso puede poner en duda todos los esfuerzos humanitarios. Por lo tanto, la transparencia no es una opción, sino un deber. Cada centavo recibido del público debe revelarse públicamente: cuánto se recibió, cuánto se gastó, adónde se destinó y si existen registros adecuados. Solo así se podrá fortalecer la confianza pública.
La caridad también requiere conocimiento. No se trata solo de dar, sino de saber cómo dar correctamente. Algunos lugares necesitan botes de rescate, chalecos salvavidas y medicamentos; otros necesitan plántulas, ganado o apoyo para la matrícula de estudiantes huérfanos tras las inundaciones. Una caridad eficaz debe basarse en estudios reales y en una estrecha coordinación entre el gobierno, las organizaciones locales y la población. Solo así los fondos de caridad llegarán a las personas adecuadas, en el lugar adecuado, en el momento oportuno.
Más que cosas materiales, la gente de las zonas afectadas por la tormenta necesita fe. Necesitan saber que no han sido abandonados. Cada convoy de ayuda no solo trae arroz y fideos instantáneos, sino también el espíritu de "estamos con ustedes". Eso es lo que mantiene a esta sociedad abrigada, a pesar de la lluvia, el viento y las tormentas.
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| La Cruz Roja Provincial de Thai Nguyen prepara suministros de socorro para la población. (Foto: Do Thoa) |
En esta era de medios poderosos, a veces se confunde la caridad genuina con la caridad de resultados. Quienes se ofrecen como voluntarios deben preguntarse: ¿lo hacen para ayudar o para ganar reconocimiento? Las imágenes hermosas pueden difundirse, pero si no van acompañadas de acciones reales, son solo un manto de moralidad. En realidad, los pobres no necesitan compasión; solo necesitan ser tratados con respeto e igualdad.
También es innegable que muchos artistas, empresas y personas se han involucrado en obras de caridad con sinceridad y serenidad. Algunos han donado dinero para construir escuelas, mientras que otros llevan décadas participando en programas como "Ropa de abrigo para las regiones montañosas" o "Comidas vegetarianas gratuitas". Estas acciones persistentes no necesitan fanfarrias, pero tienen un impacto más duradero que cualquier campaña a corto plazo. Porque la verdadera caridad no reside en un momento de compartir, sino en la compasión persistente.
En la sociedad moderna, la filantropía debe entenderse de forma más amplia: no se trata solo de donar dinero, sino de compartir conocimiento, tiempo y sentido de responsabilidad. Una empresa que aporta tecnología a los sistemas de alerta de desastres, un periodista que informa con transparencia sobre las zonas afectadas por inundaciones, un estudiante que se ofrece como voluntario para ayudar a la gente a limpiar sus hogares: todos son actos de caridad. La generosidad, cuando se organiza, puede convertirse en una fuerza poderosa para toda la comunidad.
Por lo tanto, en lugar de esperar a que llegue una tormenta para brindar ayuda, deberíamos pensar en la prevención y la preparación. Construir casas resistentes a las inundaciones, plantar bosques protectores, brindar orientación sobre habilidades de respuesta ante desastres y apoyar medios de vida sostenibles: estas son formas de "caridad inteligente". Es aquí donde la compasión y la sabiduría van de la mano, para que un día, las personas en las zonas afectadas por tormentas ya no tengan que vivir en una situación en la que "un día reconstruyeron sus casas, solo para que al siguiente una tormenta las arrasara".
Las tormentas y las inundaciones son desafíos, pero también oportunidades para reflexionar sobre la naturaleza humana. Cuando cada persona que realiza buenas obras tiene un poco más de comprensión, cada celebridad actúa con un poco más de responsabilidad y cada organización es un poco más transparente, la sociedad será más fuerte ante cualquier tormenta.
La caridad, si se limita a la mera compasión, será efímera. Pero si va acompañada de responsabilidad, transparencia y sabiduría, se convertirá en una fortaleza duradera para toda una nación.
Fuente: https://baoquocte.vn/tu-thien-mua-bao-lu-long-tot-can-di-cung-trach-nhiem-331191.html








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