En los últimos años, gracias al notable progreso de la medicina en el mundo en general y en Vietnam en particular, el VIH/SIDA ya no es una "sentencia de muerte" como se creía anteriormente. Gracias a la llegada y popularización de los medicamentos antirretrovirales (ARV), las personas infectadas con el VIH pueden llevar una vida sana, trabajar con normalidad y tener la misma esperanza de vida que las personas sanas. Sin embargo, el mayor obstáculo que nos impide alcanzar el objetivo de erradicar esta epidemia no es el virus, sino sus graves consecuencias psicológicas y sociales. En realidad, las personas infectadas con el VIH a menudo se enfrentan a un doble impacto: la preocupación por la enfermedad y el temor a la discriminación y el aislamiento de la comunidad. Muchas personas, debido a su complejo de inferioridad, se aíslan, rechazan el tratamiento o lo abandonan, lo que conlleva consecuencias desafortunadas. En ese contexto, la medicina es solo una condición necesaria, mientras que la "medicina espiritual" de la familia y la sociedad es suficiente. La compañía y la comprensión de los familiares y la comunidad desempeñan un papel fundamental en el éxito o el fracaso del tratamiento y el proceso de reintegración del paciente.
La familia es la fortaleza espiritual más sólida, un refugio seguro ante las tormentas de la vida para las personas infectadas con el VIH. Al recibir un resultado positivo, el paciente suele caer en un estado de pánico, negación de la realidad y desesperación. En ese momento, la tolerancia y el amor incondicional de padres, cónyuges o hermanos serán la primera terapia psicológica para ayudarles a superar el impacto inicial. No solo se limita a animar al paciente a vivir con más optimismo, sino que la familia también desempeña un papel esencial en la supervisión y el apoyo al cumplimiento del tratamiento. Recordarles que tomen sus medicamentos antirretrovirales a tiempo y acompañarlos en las visitas de seguimiento ayudará a garantizar la eficacia del régimen. Además, la familia también es la guardiana silenciosa de los derechos, ayudando a los familiares a mantener la confidencialidad de su vida privada para evitar la discriminación, a la vez que les proporciona conocimientos proactivos para prevenir la infección y proteger la salud de toda la familia.
Si la familia es un apoyo pacífico, la sociedad es un entorno propicio para que las personas con VIH afirmen su propio valor. La responsabilidad de la sociedad no es solo brindar apoyo médico, sino también crear un entorno de vida justo y humano. La tarea más importante es eliminar el estigma mediante campañas de comunicación educativa, ayudando a la comunidad a comprender el mecanismo de transmisión para cambiar las actitudes de evasión a compartir. Una sociedad civilizada es aquella en la que las personas con VIH tienen garantizadas las mismas oportunidades en educación y trabajo que el resto de los ciudadanos. Cuando tienen un trabajo estable, no solo son económicamente independientes, sino que también se sienten útiles. Al mismo tiempo, los sistemas de salud y legal deben seguir brindando redes de seguridad, como medicamentos antirretrovirales gratuitos, seguro médico y asesoramiento legal, para proteger los legítimos derechos de los pacientes.
La estrecha coordinación entre la familia y la sociedad es la clave del éxito en la prevención del VIH/SIDA. Estos dos factores son inseparables: la familia aporta amor para nutrir el alma, y la sociedad abre la puerta a las oportunidades de desarrollo. Cuando ambos trabajan juntos, los pacientes tendrán mayor motivación para cumplir con el tratamiento, mantener una salud estable y contribuir positivamente a la comunidad. Esta resonancia ayuda a las personas infectadas con el VIH a lograr una carga viral por debajo del umbral de detección, hacia el mensaje K=K (Indetectable = Intransmisible), protegiendo así la seguridad de toda la comunidad.
La lucha contra el VIH/SIDA no es una batalla individual, sino una responsabilidad compartida de toda la sociedad. La familia brinda protección y la sociedad crea las condiciones para una integración equitativa. En Ca Mau , unamos nuestras fuerzas para construir una comunidad civilizada, donde no haya discriminación, solo compartir y cuidar. La comprensión y el apoyo adecuado de la familia y la sociedad fortalecerán a las personas con VIH para vivir felices y saludables, juntas, hacia el objetivo de erradicar la epidemia del SIDA para 2030. Abramos los brazos, porque las personas con VIH solo son portadoras del virus; siguen siendo personas que necesitan ser amadas y respetadas.
Fuente: https://soyte.camau.gov.vn/bai-khoa-hoc-chinh-tri-va-xa-hoi/vuot-qua-rao-can-vo-hinh-suc-manh-cua-gia-dinh-va-cong-dong-trong-hanh-trinh-cung-nguoi-nhiem-hi-291839






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