
Comer tarde por la noche: un hábito aparentemente inofensivo que altera silenciosamente la digestión, el sueño y los niveles de azúcar en sangre. Foto: FREEPIK
El medio de noticias israelí Ynet , citando una recopilación de estudios médicos recientes, informa que los hábitos alimenticios nocturnos pueden causar, de forma silenciosa, diversos problemas de salud. En concreto, comer tarde no solo altera la digestión, sino que también afecta el equilibrio hormonal que controla el hambre y la saciedad, perjudica la calidad del sueño y aumenta el riesgo de aumento de peso, trastornos del azúcar en sangre y problemas metabólicos.
Según los expertos en nutrición, el sistema digestivo humano funciona según un ritmo biológico natural y tiende a ralentizarse por la noche. En este momento, los niveles de ácido estomacal disminuyen, la motilidad intestinal se debilita y la secreción de enzimas del páncreas y la bilis es menos eficiente. Consumir alimentos cuando el cuerpo necesita descansar hace que los alimentos permanezcan más tiempo en el estómago y los intestinos, lo que fácilmente provoca hinchazón, indigestión y sensación de pesadez.
Las personas con sistemas digestivos sensibles o afecciones como síndrome del intestino irritable, gastritis, enfermedad inflamatoria intestinal o reflujo gastroesofágico suelen verse más notablemente afectadas.
Algunos médicos sugieren que el cuerpo puede "interpretar" comer tarde por la noche como una forma de estrés fisiológico, lo que provoca que los síntomas digestivos empeoren a la mañana siguiente.
Comer tarde por la noche también altera la actividad de las hormonas que regulan el hambre y la saciedad. Por la noche, la leptina (hormona que produce sensación de saciedad) suele aumentar, mientras que comer tarde puede aumentar la grelina (hormona del hambre). Este desequilibrio provoca que muchas personas sientan más hambre al día siguiente.
Además, la capacidad del cuerpo para controlar el azúcar en sangre por la noche también es menor debido a la menor sensibilidad a la insulina. Por lo tanto, las comidas tardías provocan fácilmente un aumento de azúcar en sangre superior al normal, lo que aumenta el riesgo de resistencia a la insulina a largo plazo.
La calidad del sueño también se ve significativamente afectada, especialmente cuando las comidas nocturnas son ricas en grasas, azúcar o cafeína. Numerosos estudios indican que comer tarde se asocia con una menor duración del sueño, un sueño intranquilo y fatiga persistente al día siguiente.
Por ello, los expertos recomiendan terminar las comidas al menos 2,5-3 horas antes de acostarse, mantener hábitos alimentarios regulares durante el día y, si comer tarde es inevitable, priorizar alimentos ligeros para minimizar los impactos negativos en la salud.
Fuente: https://tuoitre.vn/an-khuya-cho-do-doi-nhung-sao-sang-day-met-va-them-an-hon-20251214093121415.htm






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