La Resolución 57 del Politburó sobre el desarrollo de la ciencia y la tecnología y la Resolución 68 del Gobierno sobre el desarrollo económico privado han mostrado el camino correcto, pero para realizarlas, Vietnam necesita un fuerte cambio de pensamiento y acciones drásticas, para lo cual las lecciones de Canadá pueden ser una valiosa guía.
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Cuando las guerras arancelarias cambian el juego global
Las guerras arancelarias y las tendencias de relocalización no son solo conceptos macroeconómicos , sino una realidad desafiante. Tras las conmociones causadas por la pandemia y las tensiones geopolíticas, las principales economías han dejado de priorizar la eficiencia de costos o la rentabilidad para priorizar la autosuficiencia y la seguridad del suministro. Esto ha propiciado la circulación de capital y producción, creando una feroz competencia global para atraer y retener empresas con inversión extranjera directa (IED), especialmente aquellas con alta tecnología.
Por otro lado, las grandes economías con exceso de capacidad productiva buscarán cada vez más impulsar las exportaciones para aliviar las presiones internas, lo que generará una presión competitiva sin precedentes en las economías emergentes. Esto es especialmente peligroso para el incipiente sector privado vietnamita, cuya capacidad tecnológica y financiera es limitada.
Si no se dotan de tecnología de forma proactiva ni mejoran su capacidad de producción creativa, las empresas vietnamitas se quedarán estancadas en la fase de ensamblaje, incapaces de generar valor añadido ni de competir en precio y diseño, y, por lo tanto, serán eliminadas. Además, la mayoría de los acuerdos de libre comercio importantes de Vietnam están a punto de completar los compromisos de eliminación de aranceles de importación. En este contexto, vincular la ciencia y la tecnología con el desarrollo industrial nacional ya no es una opción, sino una necesidad vital.
Lecciones de Canadá: Cuando una superpotencia renuncia a su sueño de ciencia básica
Durante décadas, Canadá, una economía del G7 con una sólida posición en recursos naturales y servicios, ha seguido una estrategia de externalización hacia países con bajos costos. Sin embargo, tras los impactos de la pandemia de COVID-19 y las tensiones geopolíticas, el gobierno canadiense ha reconocido esta estrategia como un error estratégico. Como afirmó el ministro François-Philippe Champagne, Canadá ha comprendido que la seguridad económica es sinónimo de seguridad nacional. La excesiva dependencia de las cadenas de suministro globales y de un solo mercado ha dejado a Canadá vulnerable a perturbaciones que amenazan directamente la seguridad y la autonomía del país.
Esto condujo a un cambio fundamental de mentalidad: Canadá decidió reinvertir en el sector manufacturero, instando a las empresas a relocalizar sus actividades no solo para garantizar la seguridad del suministro, sino también para convertirse en un nuevo motor de crecimiento y la clave de la prosperidad futura. Por lo tanto, la estrategia de desarrollo científico y tecnológico de Canadá ya no aspira a convertirse en un país líder en investigación básica, sino a construir un ecosistema de innovación para traducir la investigación básica en comercialización, producción y aplicación, con las empresas desempeñando un papel central.
Este cambio es evidente en el hecho de que el gobierno del primer ministro Mark Carney ha renombrado el Departamento de Innovación, Ciencia e Industria como Departamento de Industria y ha creado el Departamento de Inteligencia Artificial e Innovación Digital. Este cambio representa una transformación drástica de una mentalidad de gestión eminentemente administrativa, centrada en financiar la investigación y esperar que sus resultados se apliquen, a un enfoque más práctico y proactivo.
Este es un mensaje contundente: la ciencia y la tecnología deben contribuir directamente a los objetivos de producción y desarrollo económico. Con esta nueva mentalidad, Canadá ha creado mecanismos prácticos de apoyo financiero, como el programa de incentivos fiscales para la I+D, líder mundial, que permite a las empresas deducir o recibir reembolsos en efectivo de entre el 15 % y el 60 % de los costos de inversión en I+D o de los costos de aplicar la I+D a la producción e innovar en la infraestructura productiva. Además, Canadá también ofrece subvenciones no reembolsables para proyectos específicos de investigación y desarrollo de pymes a través del programa IRAP, e incluso otorga hasta 75 000 CAD por empresa para la búsqueda y firma de acuerdos internacionales de cooperación en I+D.
Paralelamente, para comprender la importancia de la tecnología de vanguardia, Canadá ha invertido 2 mil millones de dólares canadienses en la Estrategia de Computación de IA Soberana para construir un sistema de supercomputadoras público, creando condiciones para que todas las empresas, especialmente las PYME, accedan a la tecnología de IA para aumentar la productividad y la innovación de productos sin inversiones costosas.
La experiencia de Canadá demuestra que el apoyo a las empresas no se limita a las políticas macroeconómicas, sino que debe materializarse mediante mecanismos prácticos. Todas las políticas canadienses tienen un único objetivo: transformar la innovación de una idea a un producto, del laboratorio al mercado, donde las empresas son el centro. Cuando las empresas alcanzan logros en I+D, reciben apoyo para comercializar y expandirse a nivel mundial.
Vinculando la ciencia y la tecnología con la estrategia industrial de Vietnam
De la experiencia de Canadá, Vietnam puede aprender y aplicar estrategias de inversión en ciencia y tecnología para desarrollar industrias específicas por sector, especialmente en el contexto de nuestros recursos limitados. En lugar de dispersarnos, centrarnos en áreas de fortaleza puede generar avances.
Por ejemplo, en el ámbito de la industria oceánica, en lugar de centrarse únicamente en la explotación tradicional, Vietnam necesita desarrollar una estrategia similar a la de Canadá, considerándola una herramienta económica estratégica para promover la innovación. Las inversiones deben dirigirse a la tecnología marina para mejorar la productividad, gestionar los recursos de forma sostenible y desarrollar nuevas industrias como la acuicultura de alta tecnología, la construcción naval, el desarrollo de motores marinos de cero emisiones, el transporte marítimo inteligente y los servicios logísticos intraasiáticos.
De igual manera, en la industria de defensa, dada la necesidad de proteger su soberanía, Vietnam puede utilizar su presupuesto de defensa para promover la investigación y el desarrollo de industrias relacionadas. Las tecnologías de doble uso (como la tecnología de sensores, radares y nuevos materiales) desarrolladas en este campo pueden transformarse en aplicaciones civiles, creando una sólida fuente de innovación para la economía. Finalmente, para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas, Vietnam debe aprender de la política de energía limpia de Canadá. En lugar de depender únicamente del capital extranjero, es necesario crear mecanismos de incentivos fiscales para incentivar a las empresas nacionales a invertir y aplicar tecnologías de energías renovables, hidrógeno verde y tecnologías de almacenamiento, ahorro y conversión de energía.
En la industria alimentaria, Canadá la considera un sector importante de la economía y se centra en invertir en I+D para garantizar un crecimiento sostenible, mejorar la competitividad y afrontar el cambio climático. El gobierno canadiense se ha centrado en gran medida en las aplicaciones de proteínas vegetales, alimentos cultivados en laboratorio, inteligencia artificial, tecnología genética y automatización para gestionar la calidad, los estándares de seguridad y la trazabilidad.
Esta es la clave para que los productos canadienses mantengan una excelente reputación en el mercado internacional. Con esta experiencia, Vietnam, potencia agrícola, puede aprender del uso de la I+D por parte de Canadá para transformar su modelo de producción. En lugar de depender únicamente de la producción, Vietnam debe centrarse en mejorar el valor de la cadena de producción mediante la tecnología de procesamiento. El gobierno necesita políticas financieras flexibles para apoyar a los agricultores y las empresas agrícolas en la inversión en I+D, tecnología genética y automatización. La aplicación de normas de seguridad basadas en la tecnología y sistemas de trazabilidad no solo contribuirá a mejorar la calidad de los productos agrícolas, sino que también sentará las bases para promover la conectividad de la cadena de producción entre Vietnam y Canadá, aprovechando el origen acumulado.
Asignar recursos de inversión en ciencia y tecnología con las PYMES como centro
Las Resoluciones 57 y 68 han creado importantes marcos de políticas. Ahora, Vietnam necesita traducir estas Resoluciones en mecanismos y políticas específicos y prácticos. Las lecciones de Canadá demuestran que, en un mundo volátil, vincular estrechamente la ciencia y la tecnología con la producción y los negocios no es una opción, sino un requisito indispensable para garantizar la autonomía económica, la seguridad y la prosperidad.
El aumento de la inversión en ciencia y tecnología debe ir acompañado de la promoción de infraestructura tecnológica compartida y del apoyo directo a las empresas, especialmente a las pymes, para que puedan invertir con confianza en I+D e innovación y puedan acceder y aprovechar los logros de la ciencia y la tecnología. En un contexto de recursos limitados, la urgente situación actual exige que Vietnam se centre en la asignación de recursos a prioridades estratégicas.
El crecimiento económico en la nueva era no debería estar ligado a una mayor inversión en grandes empresas, pero las pymes son clave para generar flexibilidad y alta competitividad. Como prueba, la afluencia de delegaciones empresariales canadienses a Vietnam ha aumentado considerablemente, con más de 30 nuevos proyectos registrados en los últimos dos años, principalmente proyectos de pymes canadienses del sector tecnológico. Si bien el capital de estos proyectos aún es reducido (con un promedio de unos 3,5 millones de dólares estadounidenses), el apoyo del Gobierno canadiense para ayudar a estas empresas a internacionalizarse y su éxito han inspirado y siguen inspirando a muchas otras empresas canadienses.
Por lo tanto, Vietnam debe centrarse en el futuro próximo en las empresas industriales nacionales, especialmente las pymes, para generar un efecto dominó y promover la creación de startups en el ámbito de la innovación, centradas en aplicaciones para la producción y la creación de nuevos productos. Estas empresas, dotadas de tecnología y apoyo estratégico, serán clave no solo para la seguridad económica y la estabilidad social, sino también para la prosperidad futura del país. Aprendiendo de modelos exitosos como Canadá, Vietnam no solo podrá afrontar eficazmente los desafíos del nuevo contexto, sino también aprovechar las oportunidades para impulsar su posición en la cadena de valor global.
Fuente: https://doanhnghiepvn.vn/cong-nghe/gan-khoa-hoc-cong-nghe-voi-phat-trien-cong-nghiep-chia-khoa-tu-chu-kinh-te/20250805070748155
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