Coordinación necesaria
Un taller de coordinación del tráfico espacial de las Naciones Unidas (ONU) celebrado a finales de octubre identificó la necesidad de tomar medidas urgentes y pidió una base de datos común integral de objetos orbitales, así como un marco internacional para rastrearlos y gestionarlos.
Datos de la empresa estadounidense Slingshot Aerospace muestran que más de 14.000 satélites, incluidos unos 3.500 inactivos, orbitan el planeta en órbita baja. Además, existen unos 120 millones de fragmentos de escombros procedentes de lanzamientos, colisiones y desgaste, de los cuales solo unos pocos miles son lo suficientemente grandes como para rastrearlos.
"No hay tiempo para dudar en la coordinación del tráfico espacial. Debemos hacer todo lo posible para garantizar la seguridad espacial y facilitar el intercambio de información entre operadores (públicos y privados) para evitar colisiones", declaró Aarti Holla-Maini, directora de la Oficina de Asuntos Espaciales de las Naciones Unidas. Añadió que la órbita baja terrestre debe mantenerse segura para evitar costosas interrupciones en la tecnología, la navegación y la exploración científica globales.
Sin embargo, no existe un sistema centralizado que todas las naciones con base espacial puedan aprovechar, e incluso convencerlas de que lo adopten es difícil. Si bien algunas naciones están dispuestas a compartir datos, a otras les preocupan las brechas de seguridad, especialmente porque los satélites suelen tener un doble uso, incluyendo la defensa. Además, las empresas se esfuerzan por proteger los secretos comerciales.
Mientras tanto, la situación empeora. Una etapa de un cohete chino explotó en agosto, enviando miles de fragmentos a la órbita baja terrestre. En junio, un satélite ruso desmantelado explotó, enviando miles de fragmentos al espacio, obligando a los astronautas de la Estación Espacial Internacional a refugiarse durante una hora.
La órbita baja terrestre es la zona con mayor afluencia de objetos artificiales debido a su equilibrio entre coste y distancia, lo que la convierte en un objetivo prioritario para la industria espacial comercial, que crece rápidamente. La región también registró un aumento del 17 % en los encuentros cercanos por satélite durante el último año, según datos de Slingshot.
Se espera que decenas de miles de satélites más entren en órbita en los próximos años, según NorthStar Earth & Space, con sede en Montreal, que estima que el riesgo financiero potencial por colisiones podría llegar a 556 millones de dólares en cinco años, basándose en un escenario modelado con una probabilidad de colisión anual del 3,13 por ciento y 111 millones de dólares en pérdidas anuales.
Nos encontramos en un momento crítico en cuanto a la creación de regulaciones y estructuras espaciales para monitorear y gestionar la creciente congestión. Con el lanzamiento de miles de satélites al año por parte de Starlink de SpaceX, y con China y otros países preparándose para seguir el ejemplo, pronto estaremos ampliando la capacidad de carga útil de las órbitas clave, declaró Stewart Bain, director ejecutivo de NorthStar.
El último obstáculo
La órbita baja terrestre es densa, con bandas de frecuencia como la utilizada por el servicio de internet satelital Starlink a altitudes de 540 a 570 km. Al 27 de noviembre, Starlink tenía 6764 satélites en órbita, según Jonathan's Space Report. Los datos de SpaceX muestran que los satélites Starlink realizaron casi 50 000 maniobras anticolisión en el primer semestre de 2024, el doble que en los seis meses anteriores.
La Agencia Espacial Europea también dijo que en 2021, sus maniobras aumentaron a tres o cuatro veces por nave espacial en comparación con el promedio anterior de una vez.
Los datos de LeoLabs muestran que la banda de 800 a 900 km contiene menos satélites, pero 3114 objetos (activos e inactivos), cuerpos de cohetes y escombros (el 20 % de la masa total de los objetos en órbita baja terrestre), lo que supone un riesgo de colisión significativo. Los satélites inactivos contribuyen a este desorden al permanecer en órbita hasta que reingresan o se queman en la atmósfera terrestre años después, o son enviados a órbitas cementerio a unos 36 000 km de distancia.
Se necesita cooperación global para desarrollar normas aplicables similares a las que utiliza la Organización de Aviación Civil Internacional para el tráfico aéreo, según informaron expertos de la industria a Reuters. Este esfuerzo implicaría el uso de herramientas existentes, como bases de datos, telescopios, radares y otros sensores, para rastrear objetos, mejorando al mismo tiempo la cobertura, la detección temprana y la precisión de los datos.
Sin embargo, las tensiones geopolíticas y la renuencia a compartir datos con países considerados hostiles, así como las preocupaciones comerciales sobre la protección de la información confidencial y las ventajas competitivas, siguen siendo barreras importantes.
Esto obliga a los operadores orbitales a recurrir a métodos informales o semiformales para evitar colisiones, como el uso de datos de la Fuerza Espacial de EE. UU. o de grupos como el Consorcio de Datos Espaciales. Sin embargo, esto puede conllevar problemas como la rendición de cuentas y la inconsistencia de los estándares de datos.
Los principales desafíos para la cooperación global en materia de objetos espaciales son la rapidez (llegar a un consenso lleva tiempo) y la confianza, afirmó la Sra. Holla-Maini, directora de la Oficina de las Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Ultraterrestre. Algunos países simplemente no pueden comunicarse entre sí sobre este tema, pero la ONU puede facilitar el proceso.
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Fuente: https://daidoanket.vn/giai-quyet-un-tac-giao-thong-ngoai-khong-gian-10295870.html
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