La vida es difícil, pero la Sra. Dao siempre intenta asegurarse de que sus hijos puedan ir a la escuela.
Convierte el sombrero cónico en un soporte familiar
Su baja estatura y sus piernas incómodas debido a una discapacidad congénita han llenado la vida de la Sra. Dao de desventajas. De niña, soportaba miradas curiosas y burlas involuntarias de sus amigos. "De joven, a menudo me sentía inferior; muchas noches lloraba porque pensaba que no valía tanto como los demás", recordó con voz entrecortada.
El dolor se agravó cuando, estando embarazada de su primer hijo, su esposo la abandonó, dejándola sola con tantas dificultades. En lugar de rendirse, se dijo: «Si no lo intento, ¿quién cuidará de mí y de mi familia?». Esa frase se convirtió en la motivación para seguir adelante, decidida a no convertirse en una carga.
El camino que eligió fue la confección de sombreros cónicos, un oficio que requiere destreza, paciencia y perseverancia. Cada sombrero se moldea mediante un proceso meticuloso con agujas, hilos y hojas. El ingreso de 1,5 a 2 millones de dongs al mes no es mucho, pero para ella es una alegría cuidar de la medicina de su anciana madre y educar a sus hijos para que estudien.
Sus manos están delgadas y callosas de tanto sostener agujas a diario, y sus ojos están oscuros por trasnochar para hacer unos cuantos sombreros más. "Es difícil, pero aún puedo ganar dinero y cuidar de mi madre y mis hijos; con eso me basta", confesó la Sra. Dao.
El amor maternal: la fuerza impulsora para superar el destino
Este año, su madre tiene 70 años, padece una enfermedad cardíaca desde hace más de diez años y debe tomar medicamentos a diario. Su único hijo, Le Phuoc Hau, también padece una discapacidad desde la infancia. La dificultad para desplazarse hace que su viaje a la escuela sea más difícil que el de sus amigos. Sin embargo, Hau sigue siendo obediente, estudia bien y sus profesores lo adoran.
Después de la escuela, Hau aprovecha para ir a pescar, recoger leña y ayudar a su madre con las tareas del hogar. "Al ver a mi madre trabajar duro, me gustaría poder ayudar más, pero debido a mi mala salud, no puedo hacer mucho", dijo Hau con tristeza.
Las inocentes palabras del niño de noveno grado conmovieron a todos, y luego admiraron la piedad filial y la determinación de madre e hijo. En la pequeña casa, aunque carecía de bienes materiales, el calor del amor nunca faltó. El amor maternal fue el apoyo y la motivación para que la Sra. Dao caminara con firmeza en medio de las dificultades.
Las autoridades y organizaciones locales cuidan y apoyan regularmente a su familia con regalos y cálidas palabras de aliento. Para ella, no es solo una forma práctica de compartir, sino también una motivación espiritual que la ayuda a creer que no está sola.
“No me atrevo a soñar con nada grandioso, solo espero tener suficiente salud para coser unos cuantos sombreros más cada día, tener dinero para comprar medicinas para mi madre, asegurar la educación de Hau y, más adelante, tener un trabajo estable para cuidar de sí mismo”, confesó la Sra. Dao.
Personas como la Sra. Dao no solo necesitan su propio esfuerzo, sino también el apoyo de la sociedad. Un poco de cariño y solidaridad de la comunidad les dará a ella y a su hijo la fuerza para superar con firmeza las dificultades y perseverar en el camino que les espera.
Artículo y fotos: CAM LINH
Fuente: https://baocantho.com.vn/nghi-luc-vuot-kho-cua-nguoi-phu-nu-khuet-tat-a192625.html
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