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El hombre que arrebató la vida de las manos de la muerte

Entre la frágil frontera entre la vida y la muerte, hay personas que aún luchan en silencio por cada aliento, cada latido del corazón de sus pacientes. Entre ellas, se encuentra un médico de complexión pequeña pero con una voluntad férrea: el doctor Pham Van Phuc, subdirector del Centro de Cuidados Intensivos del Hospital Central de Enfermedades Tropicales.

Báo Quân đội Nhân dânBáo Quân đội Nhân dân08/04/2025

Un estudiante de Nghe An y su viaje para conquistar su sueño de una blusa blanca

En medio del denso olor a desinfectante, el sonido constante de los respiradores resonaba en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Central de Enfermedades Tropicales. Allí, cada día era una batalla de vida o muerte, y en esa batalla, los médicos y el personal sanitario nunca se rindieron, ni siquiera con un atisbo de esperanza.

El doctor Pham Van Phuc (nacido en 1990) no es un héroe de cuento de hadas. Con sus manos, su mente y su corazón, ha salvado innumerables vidas de la muerte.

Se suele decir que elegir una carrera médica implica aceptar días sin paz mental. Pero para el Dr. Phuc, no es solo una elección, sino una misión. Una misión a la que ha dedicado toda su juventud y energía a lo largo de los años.

El joven Pham Van Phuc nació y creció en el distrito de Nghi Loc (provincia de Nghe An ). Durante su infancia, el doctor Phuc presenció las frecuentes enfermedades de su padre. Por eso anhelaba ser médico.

Ese sueño se hizo más grande con los años. El estudiante Phuc estudiaba día y noche, diligentemente junto a la lámpara de aceite, decidido a escapar de la pobreza a través del conocimiento. Con todo su esfuerzo, se convirtió en el mejor alumno de la Universidad Médica de Hanói con una calificación de 29.5/30.

El hombre que arrebató la vida de las manos de la muerte

Dr. Pham Van Phuc.

Seis años estudiando medicina general, tres años de residencia en Enfermedades Infecciosas: esa trayectoria fue la época en que el Dr. Phuc se sumergía en los libros, las noches sin dormir en el hospital para aprender de los profesores y de los casos difíciles. Eligió trabajar en la Unidad de Cuidados Intensivos, eligiendo los casos más graves, donde los médicos no solo necesitan una sólida experiencia, sino también un espíritu fuerte.

El Dr. Phuc confesó: «Hubo momentos de agotamiento, me preguntaba si había elegido el camino equivocado. Pero cada vez que veía a un paciente recuperar la vida, me daba cuenta de que esos latidos revitalizados eran la respuesta, la razón de vivir y la razón por la que seguía aquí, intentándolo día y noche».

Batallas inquebrantables con la muerte

La historia que nos contó el Dr. Phuc no se trataba de trabajar 8 horas y luego volver a casa a descansar; trabajaba con una intensidad mucho mayor. Una jornada de guardia podía durar 24 horas, incluso más si el paciente estaba en estado crítico.

El Dr. Phuc cree que si hay un lugar donde los médicos tienen que estar en la delicada línea entre la vida y la muerte a diario, es la Unidad de Cuidados Intensivos. Aquí no hay margen de error. Una decisión tardía, un juicio erróneo, puede acabar con una vida para siempre.

Los turnos eran interminables, el sueño, intermitente, en la silla colocada apresuradamente en un rincón de la sala. Y había momentos en que solo podía acostarse un instante y luego levantarse de un salto cuando un paciente empeoraba.

En una ocasión, un paciente con neumonía grave desarrolló insuficiencia respiratoria aguda. A pesar de estar conectado a un respirador, su estado seguía siendo crítico. Durante 48 horas, el Dr. Phuc apenas se movió de la cama. Monitoreaba directamente, ajustaba el respirador y pesaba cada dosis de medicamento. Cuando el paciente se estabilizó gradualmente, se permitió echar una siesta rápida en una silla del pasillo. Pero menos de una hora después, otro paciente lo necesitó. Y así se levantó de nuevo...

El hombre que arrebató la vida de las manos de la muerte

El doctor Pham Van Phuc monitorea los signos vitales de cada paciente.

Recordando a un paciente grave de COVID-19 que tuvo que ser conectado a ECMO (corazón y pulmón artificiales), el Dr. Phuc apenas salió de la habitación durante tres días. Cada vez que el paciente mostraba signos de deterioro, entraba rápidamente, ajustaba las máquinas y revisaba todos los signos vitales. Cuando el paciente estuvo fuera de peligro, todos descubrieron que no había comido bien.

La Dra. Nguyen Thi Thuong, jefa de enfermería del Centro de Cuidados Intensivos del Hospital Central de Enfermedades Tropicales, comentó: «Una noche, vi al Sr. Phuc sentado y quedándose dormido justo frente a la habitación del paciente, apoyado contra la fría pared, con los ojos hundidos por el cansancio. Pero en cuanto supo que se trataba de un caso grave, se levantó de un salto, como si nunca hubiera tenido sueño».

El Dr. Phuc no solo es médico tratante, sino también profesor de muchos médicos jóvenes. Durante los estresantes días de la epidemia de COVID-19, instruyó directamente cada técnica de colocación de tubos de respiración, reanimación cardíaca y pulmonar, y manejo de complicaciones. Siempre recordaba: «En la profesión médica, no hay lugar para la subjetividad. Un pequeño error puede costarle la vida al paciente».

En 2021, la pandemia de COVID-19 estalló violentamente. El Hospital Central de Enfermedades Tropicales se convirtió en un foco de contagios con miles de pacientes graves. Los médicos no solo se enfrentaban a la presión laboral, sino también a un alto riesgo de contagio.

El Dr. Phuc recuerda: «Había noches en las que toda la sala resonaba con los jadeos de los pacientes, algunos luchando por contener el último aliento. Los médicos trabajaban con trajes de protección ajustados, empapados en sudor, pero nadie se detenía. Todos tenían una sola misión: mantener vivo al paciente».

Un caso especial que el Dr. Phuc no pudo olvidar fue el de una mujer de 30 años embarazada de gemelos que padecía COVID-19 grave. Al ingresar al hospital, la paciente presentó insuficiencia respiratoria grave. Al tercer día, dejó de respirar. Todo el equipo acudió rápidamente a urgencias. Los médicos la conectaron a ECMO y le realizaron una reanimación rápida. Después de más de una hora, el corazón de la paciente volvió a latir. Dos meses después, al recibir la noticia de que la madre y sus dos bebés estaban sanos, el Dr. Phuc guardó silencio. Fue una de las pocas veces que lloró de felicidad. "Hubo momentos en que pensamos que habíamos perdido a la paciente. Pero mientras hubo un rayo de esperanza, nunca nos rendimos", decía la mirada del Dr. Phuc con determinación.

El doctor de azul

En 2020, fue reconocido como uno de los 10 rostros jóvenes más destacados de la capital. Pero al mencionar estos títulos, simplemente sonrió: "No lo hacemos por los premios. Lo hacemos porque los pacientes nos necesitan".

El Dr. Phuc siempre cree: «La juventud no es solo para soñar, sino, sobre todo, para actuar. Siempre he creído que la juventud es la época más hermosa, cuando tenemos el entusiasmo suficiente para contribuir, la salud suficiente para comprometernos y los ideales para lograr grandes cosas. Cuando seas joven, no le temas a las dificultades, no le temas a las adversidades. Atrévete a salir de tu zona de confort y descubre cuánto nos necesita la vida».

Como Secretario de la Unión Juvenil, el Dr. Phuc inspira no solo con sus palabras, sino también con sus acciones. Desde su época de estudiante, ha participado en programas voluntarios de exámenes y tratamientos médicos, y al graduarse como médico, continuó brindando atención médica a zonas desfavorecidas, ayudando a quienes no podían costear un tratamiento médico.

El Dr. Phuc cree que la juventud no es para esperar ni dudar. Si todos creen que no están listos y temen las dificultades, ¿quién se atreverá a cambiar? El país necesita jóvenes que se atrevan a pensar, a actuar y a sacrificarse para aportar buenos valores a la comunidad.

Para el Dr. Phuc, la juventud no es solo una época para vivir, sino también para sembrar la compasión, la responsabilidad y los nobles ideales. Gracias a jóvenes como él, la sociedad confía más en una generación de jóvenes que no temen a las dificultades y siempre están listos para la comunidad y el país.

Cada día, cuando muchos se despiertan para empezar a trabajar, el Dr. Phuc sale del hospital tras un turno de noche. Regresa a casa con el canto de los gallos, con la vista aún cansada, pero el corazón siempre en paz. Para él, la medicina no es solo un trabajo, sino una misión. Esa misión no admite vacilaciones ni demoras. Es una batalla implacable, entre la frágil frontera entre la vida y la muerte.

Fuente: https://www.qdnd.vn/phong-su-dieu-tra/cuoc-thi-nhung-tam-guong-binh-di-ma-cao-quy-lan-thu-16/nguoi-gianh-giat-su-song-tu-tay-tu-than-822938




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