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Descentralización de la planificación y la gestión

La descentralización de la planificación a nivel comunal en el modelo de gobierno local de dos niveles plantea una pregunta fundamental: ¿cómo dar más iniciativa a las bases manteniendo al mismo tiempo la unidad y la sincronización?

Báo Đà NẵngBáo Đà Nẵng06/12/2025

La sincronización de los planes maestros sienta las bases para una gestión de planificación sincrónica, lo que facilita la gestión de la inversión. Foto: HOANG HIEP

Sin un nivel intermedio que actúe como "amortiguador" entre la visión provincial y la implementación a nivel de base, todas las decisiones de planificación a nivel comunal se vuelven más directas y rápidas, pero al mismo tiempo, también presentan mayores riesgos si existe falta de coordinación y capacidad. Por lo tanto, la pregunta ya no es "¿deberíamos descentralizar o no?", sino cómo rediseñar el mecanismo de coordinación y el programa de desarrollo de capacidades en una estructura de dos niveles para que el sistema funcione fluidamente.

Como propiedad común

En primer lugar, debemos analizar directamente la naturaleza de la planificación. Esta no es solo un conjunto de planos que dividen el suelo residencial y el suelo productivo, ni un mapa de rutas. La planificación es una herramienta estratégica del Estado a nivel provincial para organizar el espacio vital, el espacio productivo, el espacio de infraestructura y el espacio ecológico a mediano y largo plazo.

Toda decisión de planificación, incluso a nivel comunal, afecta la red vial intercomunal, la capacidad de evacuación ante inundaciones, la red de infraestructura técnica y social, y la seguridad ciudadana ante el cambio climático. Cuando el modelo de gobierno local aún es binivel, toda decisión de planificación a nivel comunal debe enmarcarse en el marco general definido por la provincia; de lo contrario, el mapa general se dividirá en partes separadas y difíciles de conectar.

En este contexto, es fácil caer en una de dos polaridades. Una es la "centralización absoluta", donde la provincia intenta hacerlo todo de arriba abajo, dejando a la comuna solo con un papel pasivo de implementación. La otra es cederle a la comuna la configuración completa del espacio local con el argumento de que "la comuna está más cerca de la gente y la comprende mejor".

Si la provincia lo hace todo, la planificación puede fácilmente desvincularse de la vida cotidiana, especialmente en zonas rurales y suburbanas, donde los modelos de vida y las culturas son muy diversos. Las comunas, cuando lo hacen por sí mismas, sin suficiente capacidad profesional e infraestructura de datos, pueden optimizar fácilmente a nivel local, sacrificando los beneficios a largo plazo de la región en su conjunto. Un modelo inteligente de dos niveles debe conciliar ambos objetivos, estableciendo un sólido mecanismo de coordinación a nivel provincial y un nuevo rol para las comunas: no como "arquitectos de planificación reticentes", sino como "ojos, oídos y manos" del sistema de planificación.

Un análisis minucioso revela una enorme brecha entre las expectativas y la capacidad a nivel comunal. A nivel comunal, suele haber un solo departamento de catastro, construcción y medio ambiente, donde unas pocas personas se ven sobrecargadas con demasiadas tareas, desde la topografía, la resolución de disputas y la gestión de órdenes de construcción hasta la presentación de informes sobre problemas ambientales. La capacidad exhaustiva en planificación urbana, ordenación del territorio, infraestructura técnica, análisis de tráfico y evaluación del riesgo de desastres suele ser muy limitada. La capacidad para utilizar herramientas digitales como SIG, software cartográfico y el acceso a bases de datos de planificación también es desigual.

Además, la planificación no se limita a los límites comunales. Una comuna que expande el suelo residencial a zonas bajas, rellena lagos naturales y construye viviendas en corredores de drenaje trasladará el riesgo de inundaciones a las comunas vecinas. Una comuna que desarrolla zonas turísticas y moteles ribereños puede bloquear inadvertidamente la ruta de rescate de toda la ribera durante lluvias intensas. Si muchas comunas optimizan sus actividades según objetivos locales, como aumentar la superficie residencial y atraer algunos proyectos a corto plazo, todo el territorio provincial se verá afectado por esos cálculos. Sin el nivel distrital para filtrar las propuestas, la función de coordinación y de velar por el panorama general de la provincia se vuelve aún más vital.

Sin embargo, sería un error excluir a la comuna de la planificación debido a esos riesgos. La comuna es el lugar más cercano a la gente y comprende mejor las necesidades específicas que son difíciles de ver desde la provincia: qué carretera se inunda con frecuencia, qué zona residencial carece de espacio público, qué arroyo se está sofocando con residuos, qué ladera se está erosionando, qué medios de vida se ven limitados por límites de planificación irrazonables...

Cuando la provincia diseña un plan sin escuchar a la comuna, sin recopilar datos ni opiniones de esta, es fácil dibujar hermosos mapas en papel, pero difícil llevarlos a la práctica. La participación de la comuna no solo hace que el plan sea más real, sino que también crea un sentido de copropiedad, lo que ayuda a la gente a aceptarlo y protegerlo como un bien común.

La manera de conciliar estos dos aspectos es redefinir claramente el rol y la autoridad de la comuna en el proceso de planificación. La comuna no es el lugar para diseñar la estructura espacial regional, sino para proporcionar datos actualizados, proponer necesidades y escenarios de desarrollo a nivel micro, organizar consultas comunitarias, criticar las opciones de planificación propuestas por la provincia y, finalmente, para implementar y supervisar la implementación. La provincia debe asumir todas las tareas de coordinación, análisis, integración y toma de decisiones. La comuna no pierde sus derechos; por el contrario, su rol de participación se formaliza de manera ordenada y procedimental, en lugar de carecer de experiencia o debilidad y de tener que asumir tareas que exceden su competencia.

La jerarquía viene con la asignación de roles

Para funcionar bien, la provincia debe desarrollar un "cerebro de planificación" suficientemente sólido. Este podría ser un organismo equivalente a la autoridad provincial de planificación urbana y reurbanización, responsable de tres aspectos: desarrollar una visión a largo plazo y un marco espacial, operar un sistema de datos y herramientas analíticas, y coordinar todas las interacciones con las comunas.

Se espera que las actividades de turismo fluvial en el distrito de Huong Tra prosperen una vez que se aprueben las ubicaciones planificadas para el puerto deportivo. Foto: QUOC TUAN

Este cerebro debe contar con una infraestructura de datos digitales relativamente completa: mapas topográficos, redes de infraestructura, estado del uso del suelo, zonas de riesgo de desastres, áreas de conservación y proyectos implementados y en curso. Toda esta información debe organizarse en un sistema cartográfico compartido, al que cada comuna pueda acceder, leer y actualizar parte de los datos de campo. Esta es la base para que todas las ideas de planificación a nivel comunal se integren en el mismo plano de información que la visión provincial.

En el lado comunal, el desarrollo de capacidades aquí tiene al menos cuatro grupos: concientización, experiencia básica, habilidades de datos y habilidades de trabajo comunitario.

Los líderes comunales deben comprender que la planificación no se trata sólo de agregar terrenos y proyectos residenciales, sino también de proteger el espacio ecológico, proteger la seguridad de las personas y proteger el potencial de desarrollo de las generaciones futuras.

Los cuadros encargados de la administración de tierras y la construcción deben estar equipados al menos con la capacidad de leer y comprender mapas de planificación y comprender los principios mínimos de densidad de construcción, límites, corredores de seguridad vial y corredores de protección de fuentes de agua.

Las comunas necesitan aprender a utilizar herramientas de visualización de mapas digitales, registrar inundaciones, deslizamientos de tierra, puntos críticos ambientales, de población e infraestructura para enviarlos a la provincia de manera estructurada.

Las comunas deben saber cómo organizar sesiones de consulta, explicar la planificación en un lenguaje fácil de entender y registrar y sintetizar honestamente las opiniones de la gente.

Una vez que la comuna cuenta con esta capacidad básica, el proceso de planificación jerárquica en el modelo de dos niveles puede diseñarse para que sea riguroso y flexible. La provincia publica y actualiza periódicamente el marco maestro de planificación territorial; la comuna lo utiliza para revisar la situación actual y proponer microajustes, como la ampliación de algunas vías residenciales, la ordenación de pequeños espacios públicos, la reorganización de mercados, muelles y zonas de producción artesanal. La provincia recibe, analiza, evalúa y decide si acepta, ajusta o rechaza la propuesta. En este proceso, la comuna participa de principio a fin, pero la decisión final sigue recayendo en el nivel provincial, que tiene la responsabilidad integral.

Todo esto solo puede funcionar realmente si existe un mecanismo claro de supervisión y rendición de cuentas. Las comunas no pueden usar la excusa de la "falta de capacidad" para eludir la responsabilidad al proponer soluciones que solo sirven a intereses a corto plazo o de pequeños grupos. Las provincias no pueden usar la excusa de "confiar en que la comuna" aprobará fácilmente. La descentralización es el arte de asignar roles para que la persona más cercana a la población tenga más voz, mientras que quien tiene una visión para toda la región tenga mayor responsabilidad.

Si esto se logra, la descentralización de la planificación hacia las comunas en el modelo de gobierno local de dos niveles se convertirá en una oportunidad para renovar la concepción de la gestión territorial. La provincia debe modernizar su plataforma de datos y herramientas de análisis, y reorganizar el aparato de planificación hacia una dirección más profesional, en lugar de dispersarlo. Las comunas deben madurar su percepción del desarrollo para avanzar hacia un espacio vital seguro y confiable para la población. La ciudadanía, a través de mecanismos de participación, comprenderá con mayor claridad la conexión entre sus opiniones y las líneas del mapa de planificación.

Fuente: https://baodanang.vn/phan-cap-lap-va-quan-ly-quy-hoach-3313820.html


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