La maestra, doctora especialista 1 Ton Thi Anh Tu, del Departamento de Cirugía Pediátrica, dijo que los resultados de la ecografía detectaron retención de líquido en el útero y la vagina presionando la uretra, lo que hizo que la niña llamada Tr. no pudiera orinar, lo que provocó hidronefrosis de grado 1-2, agrandamiento de la vejiga y sedimento vesical.
Si esta afección persiste, la función de filtración renal se verá afectada e incluso podría provocar daño renal permanente. Además, si la intervención se retrasa, el niño podría correr el riesgo de contraer una infección que cause inflamación purulenta de la vagina y el útero, y que pueda extenderse a las trompas de Falopio y el abdomen, e incluso causar sepsis.
Ante los riesgos mencionados, los médicos le recetaron al niño una cirugía de descompresión vesical. El equipo médico colocó un catéter para facilitar el drenaje de la orina, reduciendo así la presión en la vejiga, el dolor y limitando el daño adicional causado por la retención de líquidos.

Cirujanos realizan cirugía a un paciente infantil (Foto: Hospital).
Después, se corta el himen de la paciente para drenar el líquido. El útero y la vagina se colapsan, dejando de presionar los órganos circundantes. Finalmente, el médico sutura el borde del himen hacia afuera para crear una abertura permanente, asegurando así que la sangre menstrual drene con normalidad en los ciclos posteriores y evitando así la recurrencia.
La cirugía fue exitosa después de 60 minutos. El paciente fue dado de alta tras 3 días de tratamiento.
Según el Dr. Tu, el hidrocele es un defecto congénito que se produce cuando el himen no presenta orificios. Normalmente, esta parte tiene forma de malla o panal, que corresponde a uno o más pequeños orificios por donde salen las secreciones vaginales y la sangre menstrual. Sin embargo, cuando el himen está sellado, se produce el hidrocele.
Esta afección se manifiesta de forma diferente según la edad. En los recién nacidos, causa una secreción mucosa y transparente, debido a las hormonas que se transmiten de la madre al bebé y que estimulan la secreción de líquido uterino. El signo de la enfermedad suele ser la aparición de un pequeño bulto blanco o ligeramente azulado en el centro del área genital del bebé.
La mayoría de los casos en esta etapa no requieren intervención inmediata, pero serán monitoreados por un médico. Si el líquido es demasiado abundante y comprime las vías urinarias, se requerirá una intervención temprana.
Cuando una niña llega a la pubertad, los ovarios comienzan a funcionar y se produce la menstruación. La sangre menstrual que no puede ser expulsada se acumula. Si no se detecta y trata a tiempo, causará dolor abdominal intenso cada mes (correspondiente al ciclo menstrual), pero no se observará sangre menstrual.
El dolor puede durar unos días y luego desaparecer por sí solo, para luego reaparecer al mes siguiente con mayor intensidad. El coágulo sanguíneo, cada vez más grande, provocará hinchazón y dolor en la parte baja del abdomen, presionando los órganos cercanos.
Si la vejiga está comprimida, provocará retención urinaria, dificultad para orinar, micción frecuente y necesidad constante de orinar; si el recto está comprimido, provocará estreñimiento y dolor al defecar.
Cuando está estancada, la sangre menstrual es un ambiente ideal para que las bacterias crezcan, causando inflamación de la vagina, el útero, las trompas de Falopio y propagándose por toda la zona pélvica, dando lugar a daños en los órganos reproductores y riesgo de infertilidad.
El doctor Tu recomienda que cuando los niños llegan a la pubertad pero aún no han tenido su período, o tienen dolores abdominales mensuales sin menstruación, los padres deben llevar a sus hijos al médico para una detección y tratamiento oportunos.
Fuente: https://dantri.com.vn/suc-khoe/be-gai-12-tuoi-di-cap-cuu-luc-nua-dem-vi-tinh-trang-hiem-o-vung-kin-20250729231919050.htm
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