Desde niña, he vivido en los brazos cariñosos de mis abuelos. Su casa estaba a unos cinco kilómetros de la mía. Mi padre trabajaba lejos y solo venía a casa una vez al año. Mi madre daba clases en la escuela, cuidaba de mis hermanos menores y hacía las tareas del hogar, así que, de pequeña, mi madre solía dejarme quedarme en casa de mis abuelos.
Yo era el nieto mayor, mis abuelos aún eran pequeños, así que los vecinos solían bromear diciendo que mis abuelos habían criado a un bebé. En casa de mis abuelos maternos, iba en una carreta de bueyes, llevándolos a todas partes: recogiendo cacahuetes en el campo de Chua, cosechando arroz en el valle… Todavía recuerdo que mi presencia alegraba a mis abuelos todo el día, porque a menudo hablaba, reía y les hacía preguntas sobre todo lo que había bajo el sol, y nunca terminaban de responder.
La casa de mis abuelos maternos, ya fueran grandes o pequeños, tenía paredes de barro. En aquella época no había electricidad, y las lámparas de aceite parpadeaban cada noche, pero nunca olvidaré las sencillas comidas con mis abuelos. En las calurosas tardes de verano, mi abuela sacaba la bandeja al patio para comer, disfrutando de la fresca brisa de la tarde. Recuerdo el guiso de plátano verde que mi abuela preparaba con cacahuetes machacados, añadiéndoles hierbas del huerto y mojándolo en una salsa rica y agria. Sin embargo, esa comida siempre estará en mi memoria.
Todas las noches, las luciérnagas revoloteaban por el jardín, brillando como en un cuento de hadas. Mi abuelo cogió algunas y las puso en un frasco de vidrio para que yo jugara con ellas. Al ver a su nieta disfrutar feliz de la luz de las luciérnagas, se sintió extrañamente feliz. En las noches de verano, iluminadas por la luna, cuando las flores de areca caían sobre las hojas de plátano, seguía a mi abuela para sentarme en el porche y disfrutar de la brisa fresca. Acostada con la cabeza en la rodilla de mi abuela, disfrutando del viento del abanico de hojas de palma que no dejaba de ondear, escuchando a mi abuela contar viejas historias, me quedé dormida sin darme cuenta. Un día, me acosté junto a mi abuelo, escuchándolo leer el Cuento de Kieu. Aunque todavía era joven y no entendía nada, solo escuchar el ritmo de los versos me hizo muy feliz, escuchando atentamente. Más tarde, cuando crecí, supe que era maestro, así que sabía mucha poesía.
La sensación de paz que aún no he podido recuperar son las noches en la pequeña casa, tenuemente iluminada, con el sonido de su radio de pilas tocando canciones populares. Los sábados emitía el programa "Vigilancia" y él siempre esperaba para escuchar "Radio Escenario". Aún lo recuerdo sentado a la mesa tomando un té verde, dando una calada a su tabaco y luego entornando los ojos diciendo: "Intenta estudiar bien, mañana harás trabajos como los de las damas y caballeros de la radio". En cuanto terminó de hablar, el sonido de la guitarra llegó a mis oídos, pero mi alma desplegó sus alas siguiendo sueños lejanos como él deseaba.
A veces, cuando estaba con él, me acariciaba el pelo y me decía: «Cuando estés en séptimo grado, podrás ir en bicicleta a casa de tus abuelos tú solo, ¡sin pedirle a tu madre que te lleve!». Y así, enseguida, ya estaba en séptimo grado, y por primera vez, mi madre me dejó ir en bicicleta a visitar a mis abuelos. Pero también fue entonces cuando mi familia descubrió que estaba gravemente enfermo. Recuerdo que en sus últimos días, seguía sin abandonar su afición de escuchar la radio y seguía leyéndome poesía todas las noches.
Ahora, casi veinte años después de su fallecimiento, aún conservo a mi abuela, que tiene más de setenta años. Aunque es mayor, su mente sigue siendo aguda, sobre todo las historias sobre él, que aún cuenta con tanta claridad y emoción, como si aún estuvieran frescas.
Crecí, me fui lejos, y cada vez que volvía a casa de visita, me quedaba con mi abuela: cocinando arroz, trayendo agua, recogiendo verduras para ella, para poder estar con ella de nuevo, cálida y en paz. A eso le llamaba la felicidad de la vida.
Vy Phong
Fuente: https://baodongnai.com.vn/van-hoa/202510/ben-ngoai-la-hanh-phuc-ded0f5c/
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