Clase especial
La Sra. Mai, oficinista residente en el barrio de Hanh Thong (Ciudad Ho Chi Minh), recuerda vívidamente la primera vez que recibió un mensaje de texto de su madre. Eran unas pocas palabras, la mayoría mal escritas y sin tildes, pero de repente se le encogió el corazón. Sintió alegría y una profunda emoción. Era completamente diferente de las llamadas telefónicas habituales y de las antiguas cartas manuscritas que su madre solía escribir. Algo muy moderno y nuevo, pero aún impregnado del cariño familiar. Ahora, su familia tiene un chat grupal llamado "Grupo Familiar", donde su madre envía fotos de plantas recién plantadas en macetas y su padre pregunta por la salud de los niños. También es donde sus hermanos intercambian información sobre todo, desde comprar carne limpia hasta prepararse para las conmemoraciones ancestrales. No hablan todo el tiempo, pero la sensación de conexión, de poder verse y escribirse en cualquier momento, la hace sentir mucho más unida.
Todo empezó una noche, en el pequeño apartamento de Mai, Duc Minh (su hijo de 14 años) jugaba con su teléfono cuando su abuela trajo un smartphone que le había regalado su hijo mayor (el tío de Minh) y le pidió que le enseñara a usarlo. Desde entonces, cada noche, la abuela y su nieto se acurrucaban juntos al teléfono. "¿La abuela no puede pulsar nada? ¿Qué pasa? ¿Por qué sigue apareciendo?", preguntaba. Minh respondió en voz baja: "La abuela tiene que desactivar las notificaciones yendo aquí...". Los dos trabajaron juntos, uno instruyendo con paciencia, el otro operando con atención.
Este tipo de "clases" son cada vez más comunes en las familias vietnamitas, donde hijos y nietos se convierten, a su pesar, en "profesores de tecnología" de sus padres y abuelos. Las personas mayores están empezando a integrarse en el mundo digital, a medida que los teléfonos inteligentes, Zalo, Facebook, las aplicaciones bancarias, los documentos en línea, las cámaras de vigilancia, etc., se han convertido en partes esenciales de la vida. Aprender tecnología entre las generaciones mayores ya no es una "tendencia" poco común. Y los instructores suelen ser sus propios hijos y nietos, quienes les enseñan desde cómo tomar fotos, descargar aplicaciones, consultar información médica y protegerse de las estafas, hasta cómo "pulsar una estrella para enviar pegatinas con música".
Los adultos mayores se conectan a Internet y experimentan tanto amor como preocupación.
La Sra. Ha Linh (32 años, residente del barrio de Dien Hong, Ciudad Ho Chi Minh) dijo: “Le instalé Facebook a mi madre y le enseñé a publicar. La primera vez, tomó una foto de... la tetera y escribió: "Refrescando la tetera de vez en cuando". Además, ¡etiquetó mi nombre por error como... el nombre de una tienda de cosméticos porque vio las hermosas palabras!". Toda la familia se rió a carcajadas.
Muchas personas mayores, al iniciarse en el mundo de la tecnología, crean situaciones incómodas sin querer. Desde responder mensajes por escrito... públicamente, hasta enviar fotos incorrectas, o incluso ser engañadas por personas malintencionadas... Estos "accidentes tecnológicos" a veces confunden a sus hijos y nietos, pero también brindan momentos de relajación y unión entre generaciones.
Sin embargo, guiar a abuelos y padres en el uso de la tecnología no es fácil. "Me estás enseñando demasiado rápido, no tuve tiempo de ver", o "Está todo en inglés, ¿cómo lo entendería?" son frases comunes que escuchan los "profesores de tecnología". A veces, una sesión de capacitación puede terminar en un silencio airado, porque el instructor se desanima y el receptor... ¡se enfada!
Aunque la adopción ha sido algo lenta, la incorporación de los adultos mayores al espacio digital está generando muchos cambios positivos. Gracias a que saben usar Zalo, un abuelo puede hacer videollamadas con sus nietos en el extranjero. En YouTube, una abuela puede escuchar ópera tradicional vietnamita y aprender nuevas recetas de cocina. Muchos adultos mayores incluso usan las redes sociales para revitalizarse: publican fotos de viajes, muestran sus plantas y comparten historias de su juventud...
El Sr. Tu (65 años, Thu Duc, Ciudad Ho Chi Minh) se rió y dijo: "En aquel entonces, pensaba que Facebook era solo para jóvenes sin nada mejor que hacer. Ahora tengo más de cien amigos y publico todo lo divertido que encuentro. ¡Los niños incluso comentan y me elogian por ser tan genial!".
Claro que, a veces, ese entusiasmo por las redes sociales se excede. Por ejemplo, al compartir noticias falsas, enlaces dañinos o involucrarse en grupos de comercio en línea no verificados. En tales situaciones, la presencia de hijos y nietos actúa como una especie de "censura" necesaria.
Ha My (23 años, estudiante en Ciudad Ho Chi Minh) compartió: “Al principio, me costó mucho tener que acompañar a mi madre en cada paso del camino, pero luego me di cuenta de que nos unía. Mi madre ahora usa apps de comida a domicilio, busca ella misma los billetes de avión e incluso me enseña a cocinar”.
El intercambio tecnológico entre generaciones, si se nutre con amor y paciencia, se convertirá en un hermoso puente. Padres e hijos tendrán más motivos para hablar y acercarse, no solo a través del teclado, sino también en sus corazones. Por ejemplo, en algunos hogares, un nieto le enseña pacientemente a su abuelo cómo tomar una foto vertical, o un niño le enseña a su madre cómo usar una aplicación para reservar una cita médica. Los jóvenes cultivan la paciencia y el cariño. Los adultos mayores no solo aprenden estas habilidades, sino que también aprenden a abrir sus corazones a un nuevo mundo.
Fuente: https://www.sggp.org.vn/khi-con-chau-la-giao-vien-cong-nghe-post811926.html










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