Estrabismo, visión disminuida, fotos de los ojos tomadas con flash que muestran el color blanco en lugar del rojo habitual… son señales de alerta de retinoblastoma.
El retinoblastoma es el tumor maligno intraocular más frecuente en niños. Según la Sociedad Americana Contra El Cáncer, los síntomas del retinoblastoma pueden incluir estrabismo, un ojo de diferente color que el otro, disminución de la visión, dolor ocular y, en algunos casos, pupila que no se mueve, sangrado o protrusión pupilar.
En muchos casos, la enfermedad afecta inicialmente a un ojo y, con el tiempo, también al otro. En raras ocasiones, el retinoblastoma se desarrolla en ambos ojos simultáneamente. El retinoblastoma es prácticamente inexistente en adultos.
Síntomas comunes
Reflejo de ojo de gato (leucocoria): En lugar del reflejo rojo normal que se observa con el flash, al mirar los vasos sanguíneos rojos del ojo, se aprecia un reflejo pupilar blanco. Esto ocurre en aproximadamente el 60 % de los casos de retinoblastoma. Los padres pueden notarlo en las fotografías. Cuando se usa flash por la noche, los ojos suelen aparecer rojos en la foto, pero si las pupilas de uno o ambos ojos del niño son blancas, podría tratarse de retinoblastoma.
Estrabismo (ambliopía): Esta afección provoca que uno o ambos ojos parezcan desviarse hacia la oreja o la nariz. Sin embargo, en ocasiones el estrabismo se debe a otras causas distintas del retinoblastoma. Por ejemplo, ojos rojos e hinchados sin dolor, disminución de la visión, exoftalmos (ojos saltones), nistagmo (movimiento ocular lateral), estrabismo congénito o visión de dos colores diferentes, uveítis (inflamación de la capa media del ojo).
El retinoblastoma se presenta casi exclusivamente en niños. Foto: Freepik
Síntomas raros
Algunos niños con retinoblastoma presentan un signo inusual llamado hemorragia vítrea. Se trata de una afección en la que sale sangre del ojo (un líquido rojizo) que lo llena. Puede ocurrir en recién nacidos y provocar pérdida de visión. En algunos casos, la sangre se acumula entre el iris y la córnea. La sangre cubre parcial o totalmente la zona, causando dolor y obstrucción parcial o total de la visión.
En un pequeño porcentaje de casos (menos del 5%), los niños desarrollan retinoblastoma tanto en el ojo como en el cerebro, lo que se denomina retinoblastoma trilateral. En esta afección, el tumor cerebral afecta a la glándula pineal, una glándula del cerebro que ayuda a regular los ciclos de sueño y vigilia. El retinoblastoma suele estar confinado al ojo, pero en raras ocasiones puede extenderse a otras áreas, como los pulmones, el esqueleto, el sistema linfático y el sistema nervioso. Esto puede causar síntomas como pérdida de peso inexplicable, náuseas y vómitos, daño nervioso y dolores de cabeza.
El retinoblastoma puede causar complicaciones como cataratas, desprendimiento de retina (la retina se separa de la parte posterior del ojo), pérdida de visión, hemorragia e infección. Las personas con este cáncer también pueden experimentar náuseas, diarrea, hematomas, sangrado, fatiga o la aparición de nuevos cánceres.
Si no se trata, el retinoblastoma sigue creciendo y pueden formarse tumores en otras partes del ojo además de la retina. Esto puede obstruir los canales de drenaje del ojo, lo que podría aumentar la presión intraocular y provocar glaucoma. En este caso, la presión daña el nervio óptico, lo que puede causar dolor y pérdida de visión.
Para proteger la visión y prevenir el retinoblastoma, los padres deben estar atentos a cualquier cambio en los ojos y llevar a sus hijos al médico lo antes posible si detectan alguna anomalía. Estas incluyen problemas de visión, anomalías tanto dentro como fuera del ojo, movimiento anormal de la pupila u otros problemas de movimiento ocular, exoftalmos (ojos saltones), cambios en el color y el tamaño de los ojos. Alrededor del 90 % de los niños con este tumor pueden curarse si se detecta a tiempo.
Gato Mai (Según Very Well Health )
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