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El colonialismo digital en la era digital y los desafíos que plantea.

El colonialismo digital es un término que se refiere a un nuevo fenómeno en la era digital, donde grandes corporaciones tecnológicas de países desarrollados obtienen el control de los datos y recursos digitales de una nación. Este fenómeno se asemeja en cierta medida a la forma tradicional de dominio y control colonial, pero de una manera nueva. Identificar y analizar el impacto del colonialismo digital en los países en desarrollo es esencial en el contexto de una integración internacional profunda, integral y efectiva, y de la sólida transformación digital actual.

Tạp chí Cộng SảnTạp chí Cộng Sản12/12/2025

Respecto al colonialismo

En los siglos XIX y XX, las potencias coloniales construyeron sistemas de infraestructura, como ferrocarriles y puertos marítimos, principalmente para explotar los recursos naturales y las colonias. Hoy, el colonialismo digital (1) replica sutilmente ese modelo de imposición mediante la construcción y el control del ecosistema tecnológico global con el fin de maximizar los intereses nacionales.

Si los ferrocarriles se consideraban las "arterias abiertas" del hemisferio sur durante la época colonial, la infraestructura digital actual, que abarca plataformas digitales, software propietario, servicios de computación en la nube y tecnologías de big data, desempeña un papel similar en la era digital. Mediante el control de la infraestructura digital, la propiedad del conocimiento, la tecnología informática y la capacidad de coordinar las cadenas de suministro globales, entidades influyentes, principalmente grandes corporaciones tecnológicas, están ejerciendo progresivamente su influencia y consolidando la dependencia de las naciones del hemisferio sur, ya lastradas por la desigualdad y la dependencia derivadas del período colonial.

La ideología explotadora, que prevaleció durante la antigua era colonial, ahora se ha "digitalizado", manifestándose a través de "arterias digitales" —cables submarinos, centros de datos, plataformas de inteligencia artificial (IA)— que operan dentro de un ecosistema tecnológico global abierto, dominado por unas pocas grandes empresas, ubicadas principalmente en el hemisferio norte. En su obra "Las venas abiertas de América Latina", el académico Eduardo Galeano condenó enérgicamente la explotación de América Latina por parte de las potencias coloniales. Actualmente, aunque adopta una forma digital, el neocolonialismo/colonialismo digital conserva su esencia, al servicio de los intereses de un grupo minoritario, generando una desigualdad cada vez mayor, exacerbando la brecha entre ricos y pobres y obstaculizando el desarrollo sostenible de los países en desarrollo.

Las corporaciones tecnológicas transnacionales, en su mayoría de países desarrollados, utilizan plataformas y herramientas digitales patentadas.

Empleados que trabajan en el gigante tecnológico Microsoft_Foto: New York Times

La tecnología digital se utiliza para recopilar, controlar y explotar datos de usuarios, a la vez que se prestan servicios según un modelo monopolístico, fuertemente orientado a intereses comerciales en lugar de al desarrollo de infraestructura compartida al servicio del interés público y el desarrollo sostenible. Este modo de operación parece estar generando una dependencia cada vez mayor de los países en desarrollo respecto de la tecnología, las plataformas y la infraestructura digital de los países desarrollados.

Bajo la nueva forma de división global del trabajo, los países en desarrollo tienden a quedar fuera de las cadenas de valor de la producción tradicionales, mientras que la economía de alta tecnología ejerce una influencia dominante. Por lo tanto, el colonialismo poblacional también refleja el supuesto dominio de las corporaciones tecnológicas occidentales en la prestación de servicios digitales en los países en desarrollo (2) .

El colonialismo digital no existe de forma aislada, sino que está estrechamente integrado con las herramientas capitalistas tradicionales y los mecanismos de gobernanza coercitiva. El colonialismo digital incluye la explotación laboral en el entorno digital, la interferencia en el proceso de formulación de políticas públicas y la coordinación de actividades económicas según los intereses de las corporaciones multinacionales; al mismo tiempo, está estrechamente vinculado a la recopilación de información, la consolidación de la posición dominante de la corporación capitalista líder y el cumplimiento de los objetivos de propaganda y la formación de la opinión pública global (3) . De esta forma, el colonialismo digital no es solo una continuación, sino también una sofisticada modernización del mecanismo de gobernanza tradicional, ampliando el alcance del control al espacio digital, una de las áreas que se asocia cada vez más con el desarrollo sostenible y la independencia de cada país.

Así, se puede observar que el colonialismo digital es de naturaleza similar al colonialismo económico que dominó a principios del siglo XIX. Las grandes corporaciones tecnológicas ahora poseen y controlan la infraestructura digital global, no solo recopilando datos de los usuarios, especialmente de aquellos que carecen de alfabetización y habilidades digitales, sino también explotándolos mediante tecnologías analíticas y predictivas para maximizar sus ganancias.

Las estadísticas hasta 2024 muestran claramente el desequilibrio en el balance de influencia tecnológica global. Por ejemplo, los países del hemisferio norte representan el 86% de las corporaciones tecnológicas globales y poseen el 85% del capital total del mercado. Actualmente, 8 de las 10 empresas más grandes que cotizan en bolsa a nivel mundial son grandes corporaciones tecnológicas, incluidas Apple, Microsoft, Alphabet (Google), Amazon, Nvidia, Tesla, Meta y TSMC. Cabe destacar que los ingresos anuales de estas corporaciones superan con creces el producto interno bruto (PIB) de muchos países (4) , lo que refleja claramente el desequilibrio en la influencia decisiva y los recursos en la economía digital global. Esta realidad plantea una necesidad urgente para que los países en desarrollo protejan la soberanía digital, construyan autosuficiencia tecnológica y desarrollen una economía digital independiente y sostenible.

Además, de las 943 corporaciones tecnológicas líderes en el mundo por capitalización de mercado, con un valor total aproximado de 22,7 billones de dólares, 519 tienen su sede en Estados Unidos (lo que representa el 55 % del total de corporaciones). Cabe destacar que la capitalización de mercado total de las corporaciones tecnológicas estadounidenses alcanza los 17,63 billones de dólares, equivalente al 76,7 % del mercado total (5) . Esta situación es una clara manifestación del colonialismo digital, donde el establecimiento y mantenimiento de una influencia decisiva no se basa en la fuerza ni en la ocupación territorial, sino en el control de la infraestructura tecnológica, los datos y el conocimiento, lo que amenaza directamente la soberanía digital y el espacio de desarrollo independiente de los países en desarrollo.

Las corporaciones transnacionales, especialmente las grandes empresas tecnológicas, están expandiendo progresivamente su influencia a nivel global, incluso en países del hemisferio sur, mediante la adquisición y el control de propiedad intelectual, inteligencia digital y herramientas analíticas y computacionales. Gran parte de la infraestructura básica, las industrias clave y las funciones operativas basadas en la tecnología actual son propiedad privada de corporaciones multinacionales con sede en Estados Unidos.

La estructura del colonialismo digital se basa en cuatro pilares principales que operan al unísono para crear un ecosistema tecnológico destinado a establecer y mantener una profunda interdependencia.

En primer lugar, los datos son el recurso central del poder digital. Los datos personales y el comportamiento global de los usuarios se han convertido en recursos esenciales de la economía digital. Las grandes corporaciones tecnológicas recopilan, analizan y explotan datos para desarrollar productos, optimizar servicios y publicitar, generando así beneficios concentrados. La capacidad de controlar los datos no solo proporciona ventajas económicas, sino que también sienta las bases para establecer el dominio tecnológico y expandir la influencia global.

En segundo lugar, la imposición de estándares tecnológicos refuerza la dependencia de la infraestructura tecnológica. Las principales corporaciones tecnológicas crean y difunden sus propios estándares técnicos dentro de sus ecosistemas a nivel global. Esto ata a muchos países, especialmente a los países en desarrollo, a plataformas, software y servicios controlados por naciones desarrolladas, lo que limita su capacidad para construir una infraestructura tecnológica independiente y autosuficiente. La falta de alternativas exacerba esta dependencia, dificultando su reversión.

En tercer lugar, el control de los sistemas de información socava la soberanía digital nacional. El colonialismo digital provoca que muchos países pierdan el control sobre el ciberespacio, los flujos de datos y el contenido informativo. Los datos de los usuarios se transfieren transfronterizamente, mientras que los ingresos procedentes de los servicios digitales se destinan principalmente a empresas multinacionales. Esta situación no solo agota los recursos, sino que también obstaculiza el desarrollo de las empresas tecnológicas nacionales y las capacidades nacionales de gobernanza de la información.

En cuarto lugar, el control de los medios de comunicación y la difusión de la influencia ideológica y cultural. Mediante algoritmos y capacidades de distribución de contenido, las plataformas de medios digitales globales, como las redes sociales y los motores de búsqueda, moldean la opinión pública, priorizando la difusión de los valores, puntos de vista y lenguaje de la nación tecnológicamente líder. Esto influye gradualmente en las percepciones sociales, las tendencias culturales y los sistemas de valores nacionales, expandiendo la influencia ideológica sin recurrir a métodos coercitivos tradicionales.

El colonialismo digital y el capitalismo digital están estrechamente relacionados, se apoyan y complementan mutuamente en el mecanismo moderno de influencia global.

En primer lugar, proporciona "materias primas". El capitalismo digital se basa en los datos como materia prima principal para la actividad económica digital. El colonialismo digital refleja la realidad de que estos datos se recopilan principalmente en países y regiones en desarrollo, sirviendo a un centro centralizado de procesamiento y creación de valor en las economías desarrolladas. Esta situación puede compararse con la explotación de los recursos naturales durante el período de fuerte colonialismo económico, desde el siglo XIX hasta principios del XX, pero con la diferencia de que la materia prima explotada son los datos digitales.

En segundo lugar, crea un mercado dependiente. Además de la necesidad de datos, el capitalismo digital también requiere un amplio mercado para consumir productos y servicios tecnológicos. El colonialismo digital demuestra que los países en desarrollo a menudo se convierten en el principal mercado de plataformas, productos y servicios ofrecidos por grandes corporaciones de países desarrollados. Esto no solo limita las oportunidades de desarrollo de las industrias tecnológicas nacionales, sino que también genera dependencia económica a largo plazo para los países en desarrollo.

En tercer lugar, el control sobre la infraestructura digital y los flujos de valor económico. Una economía digital eficiente se basa en la capacidad de dominar e influir en sistemas esenciales de infraestructura digital, como la fibra óptica, las comunicaciones satelitales, la computación en la nube y las plataformas digitales. El colonialismo digital demuestra que el control sobre esta infraestructura crucial se concentra principalmente en los países desarrollados y las grandes corporaciones tecnológicas, lo que les otorga la capacidad de coordinar los flujos de datos y los flujos de valor económico hacia sí mismos. Esto proporciona una base sólida para consolidar y expandir la influencia de estos países y las grandes corporaciones tecnológicas a nivel global.

En cuarto lugar, la imposición de la "cultura" y las "reglas del juego". Al igual que el colonialismo tradicional, que impuso el idioma y la cultura, la base tecnológica del capitalismo digital, dominada por empresas estatales, ejerce influencia y tiene la capacidad de difundir sus valores, normas y algoritmos de priorización de contenido. Esto impacta profundamente la cultura y la opinión pública de otros países. Además, las reglas de gobernanza de internet y los estándares técnicos suelen ser establecidos y mantenidos por naciones poderosas, configurando así las "reglas del juego" en el espacio digital global.

Por lo tanto, el colonialismo digital no es independiente del capitalismo digital, sino un componente importante del mecanismo operativo de este último. La combinación de explotación de datos, control del mercado, gestión de infraestructuras y normativa global crea un sistema complejo que perpetúa una profunda desigualdad e interdependencia entre las naciones del mundo.

El desafío

En el mundo digital, se considera que el colonialismo digital plantea numerosos desafíos al mundo en general y a los países en desarrollo en particular.

En primer lugar, existe el riesgo de perder el control sobre los datos. Estos se están convirtiendo en un recurso estratégico, pero gran parte de ellos son recopilados, procesados ​​y almacenados por empresas extranjeras. La "datificación" integral de la sociedad, desde el comportamiento y las emociones hasta la biometría, ha llevado a muchos países a perder el control sobre los datos personales y estratégicos. Además, las tecnologías de IA y aprendizaje automático permiten un análisis profundo y la manipulación del comportamiento del usuario, lo que aumenta el valor de la explotación de datos, pero también conlleva riesgos para la privacidad y la seguridad de la información.

En segundo lugar, la creciente competencia geopolítica, incluso la polarización tecnológica, está aumentando. La competencia tecnológica global entre los principales países en 5G, IA y redes de semiconductores está dividiendo el mundo en "bloques digitales". Los países en desarrollo se enfrentan a la presión de elegir tecnologías y dependen de infraestructura externa, lo que dificulta el proceso de autosuficiencia e innovación. El efecto de red y el ecosistema cerrado dificultan la separación de las principales plataformas, mientras que las nuevas tecnologías, como 5G/6G y la computación en el borde (6) , corren el riesgo de crear una nueva capa de dependencia si no se dominan las tecnologías centrales.

En tercer lugar, el desafío radica en proteger la soberanía digital. Una de las principales dificultades actuales es la falta de consenso internacional sobre principios comunes para la gestión y protección de datos transfronterizos. Los esfuerzos para desarrollar políticas globales de protección de datos a menudo se enfrentan a dificultades debido a las diferencias de intereses, niveles tecnológicos y sistemas legales entre países. Si bien muchos países desean localizar datos para proteger la soberanía digital, las corporaciones tecnológicas globales priorizan la libre circulación de datos para optimizar sus negocios. Al mismo tiempo, las limitaciones en tecnología, infraestructura digital y recursos humanos dificultan que muchos países en desarrollo controlen datos estratégicos, lo que representa riesgos para la seguridad nacional, la privacidad y la capacidad de formulación de políticas.

En cuarto lugar, afecta a los sectores económico, cultural y social. En el ámbito económico, muchas corporaciones tecnológicas globales adquieren con frecuencia startups prometedoras, lo que reduce la competencia, obstaculiza el desarrollo de las empresas nacionales y consolida sus posiciones monopolísticas en el mercado.

Más allá del sector de la tecnología digital, las grandes corporaciones tecnológicas se expanden cada vez más en áreas clave como las finanzas, la salud, la educación, el entretenimiento, la agricultura y la industria. Esto plantea el riesgo de un control profundo y amplio sobre las cadenas de valor económicas, especialmente en países que aún no dominan las tecnologías subyacentes. En términos socioculturales, las plataformas de medios y los motores de búsqueda transfronterizos pueden difundir con fuerza nuevas tendencias y estilos de vida culturales, a veces incompatibles con las identidades locales, lo que conlleva el riesgo de fragmentación cultural y erosión de los valores tradicionales. Además, el rápido desarrollo del comercio digital también presenta desafíos para la protección de los grupos vulnerables, lo que requiere atención a la justicia social, los derechos digitales y los derechos humanos fundamentales: la base de un futuro digital sostenible y humano.

En quinto lugar, el desafío de adaptarse a nuevos espacios tecnológicos como el universo virtual (metaverso) (7) . La aparición y el rápido desarrollo de nuevas formas espaciales digitales como el «metaverso» plantean numerosos problemas complejos que los países y la comunidad internacional deben identificar y abordar con prontitud. De generalizarse, el «metaverso» podría crear una capa paralela de realidad virtual/digital donde cuestiones como el control de datos, la identidad digital, los derechos de acceso a las plataformas y la influencia cultural, características del colonialismo digital, resurgirán a un nivel más profundo y complejo.

Si bien se espera que la tecnología Web3 (8) y la tendencia a la descentralización contribuyan a reducir la dependencia de las plataformas tecnológicas centralizadas, limitando así el establecimiento y mantenimiento de una influencia decisiva por parte de las grandes corporaciones tecnológicas, en realidad aún existe el riesgo de que se forme una nueva estructura para establecer y mantener dicha influencia. No se descarta que las corporaciones tecnológicas actuales sigan buscando controlar y dominar estos nuevos espacios tecnológicos, lo que plantea un desafío para garantizar la transparencia, la equidad y la autonomía de los usuarios en el futuro entorno digital.

La división de IA de FPT en Japón desarrolló la herramienta PrivateGPT. (Imagen: chungta.vn)

Algunas referencias sugeridas

A nivel mundial y regional

En primer lugar, coordinar proactivamente en foros internacionales como las Naciones Unidas, la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) para promover la promulgación de una gobernanza justa de internet y normas de comercio digital que protejan los intereses de los países en desarrollo. Aspirar a construir un orden digital global justo basado en las normas y principios de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, con procesos de negociación transparentes y democráticos. Investigar y preparar contenido para participar en la construcción y el desarrollo del movimiento de "no alineación digital", mediante el cual los países en desarrollo puedan cooperar para responder conjuntamente a las "tentaciones/trampas digitales" derivadas de la creciente polarización entre las grandes potencias, así como para definir una opción digital más abierta e híbrida en la práctica.

Para construir un orden digital global justo, basado en las normas y principios de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, el país debe centrarse en promover el movimiento de conectividad digital en la región; promulgar regulaciones contra los monopolios en el espacio digital y garantizar un entorno competitivo justo para las empresas tecnológicas nacionales. Sobre esta base, debe mejorar gradualmente el sistema legal y de políticas para afirmar la soberanía digital nacional en el ciberespacio y proteger la infraestructura digital crítica. Al mismo tiempo, con base en los intereses nacionales y las capacidades prácticas, debe investigar y participar en la cooperación Sur-Sur para compartir experiencias, fortalecer las capacidades y formar posiciones comunes en foros internacionales. Debe proponer proactivamente proyectos de cooperación para desarrollar la infraestructura digital regional (fibra óptica, centros de datos) y promover el uso y la contribución de soluciones de código abierto para aumentar la autonomía, la transparencia y reducir los costos.

En segundo lugar, fortalecer la cooperación para desarrollar estándares tecnológicos y técnicos justos y transparentes a nivel global y regional, en lugar de simplemente aceptar los estándares establecidos por los países desarrollados. Promover iniciativas de investigación colaborativa Sur-Sur para abordar los crecientes desafíos de la comunidad digital mediante la cooperación internacional en el desarrollo de conocimientos, valores y marcos institucionales desde la perspectiva de los países en desarrollo.

En tercer lugar, abogamos por medidas integrales y centradas en las personas que aborden cuestiones éticas y protejan los derechos individuales en el ciberespacio en los debates globales, a fin de evitar los impactos negativos del colonialismo digital. Necesitamos fortalecer la cooperación entre gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y partes interesadas para desarrollar soluciones justas y eficaces que contrarresten la influencia negativa de las grandes corporaciones tecnológicas y el colonialismo digital. La gestión justa de datos, que equilibre la protección y la libertad, es una aspiración compartida por muchas naciones e individuos.

A nivel nacional

En primer lugar, centrar los recursos en la construcción de infraestructura tecnológica independiente y autosuficiente, así como de capacidades digitales nacionales para contrarrestar el colonialismo digital. Incrementar la inversión en investigación y desarrollo de infraestructura de red nacional, como internet, centros de datos, servicios digitales y computación en la nube pública, para reducir la dependencia de proveedores extranjeros. Simultáneamente, crear las condiciones para apoyar la investigación y el desarrollo (I+D) nacional, centrándose en tecnologías adaptadas a las necesidades locales, contribuyendo a un mejor control de los datos y promoviendo el desarrollo socioeconómico. Además, desarrollar los recursos humanos mediante una fuerte inversión en educación en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), capacitación en habilidades digitales, inteligencia artificial y ciencia de datos para garantizar una fuerza laboral capaz de innovar y gestionar la tecnología.

En segundo lugar, debemos seguir desarrollando y mejorando las leyes y políticas que protegen los datos personales y la ciberseguridad. Se necesitan regulaciones específicas sobre los derechos de privacidad de los usuarios, las responsabilidades de las empresas tecnológicas en materia de protección de datos y el derecho de los usuarios a controlar sus datos. Al mismo tiempo, estas políticas deben aplicarse de forma estricta y eficaz para garantizar la seguridad de la información, proteger los derechos de los ciudadanos y defender la soberanía nacional.

En tercer lugar, fortalecer la cooperación internacional, especialmente entre las naciones del Sudeste Asiático, para contrarrestar de forma segura y eficaz el colonialismo poblacional, creando así un entorno tecnológico justo y sostenible para todos los países. Los países pueden intercambiar experiencias en la formulación de políticas, el desarrollo tecnológico y las negociaciones con grandes corporaciones. La cooperación también incluye el intercambio de información y tecnología, y la participación conjunta en organizaciones internacionales para proteger los intereses comunes.

A nivel empresarial y ciudadano

En primer lugar, participar proactiva y ampliamente en la sensibilización digital tanto de empresas como de ciudadanos, centrándose en educar a estos últimos sobre su derecho a controlar sus datos personales, los riesgos potenciales en el ciberespacio y el complejo funcionamiento de los algoritmos que afectan profundamente la vida digital. Simultáneamente, destacar el papel crucial del desarrollo y el apoyo a las tecnologías locales como base fundamental para proteger la soberanía digital, mejorar la autonomía tecnológica y construir una comunidad digital resiliente capaz de adaptarse y desarrollarse de forma sostenible en la era de la digitalización global.

En segundo lugar, es fundamental crear las condiciones y el apoyo necesarios para que las personas desarrollen su capacidad de identificar, analizar críticamente y desarrollar un sistema inmunológico contra la información dañina y tóxica en internet. De esta manera, las personas no solo serán más proactivas al recibir información, sino que también contribuirán a proteger y mantener la identidad cultural y los valores sociales únicos de la nación en el contexto de la profunda globalización y digitalización.

En general, el colonialismo digital ofrece tanto beneficios como desafíos para las naciones, especialmente para los países en desarrollo. Para responder eficazmente, los países, en particular los países en desarrollo, necesitan construir una infraestructura tecnológica independiente, mejorar sus marcos jurídicos de protección de datos y fortalecer la cooperación internacional. Estos se consideran requisitos previos para proteger los derechos y garantizar el desarrollo sostenible, salvaguardar los intereses nacionales y la soberanía digital en el ciberespacio actual.

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(1) Desde la perspectiva de este artículo, el colonialismo digital es el uso de la tecnología digital para controlar las fuentes de datos y los recursos digitales de una nación o su gente por entidades capaces de imponer influencia en el entorno digital, principalmente grandes corporaciones tecnológicas, causando potencialmente desequilibrios en la distribución global de los recursos digitales, poniendo en peligro la soberanía digital, la seguridad de los datos y la capacidad de desarrollo independiente de la nación afectada o su gente.
(2) Andrés Guadamuz: “Colonialismo digital y descentralización”, Technollama , 30 de diciembre de 2017, https://www.technollama.co.uk/digital-colonialism-and-decentralisation
(3) Michael Kwet: “Colonialismo digital: La evolución del imperio estadounidense”, Longreads , 4 de marzo de 2021, https://longreads.tni.org/digital-colonialism-the-evolution-of-us-empire
(4) Omri Wallach: “Los gigantes tecnológicos del mundo, comparados con el tamaño de las economías”, Visual Capitalist , julio de 2021, https://www.visualcapitalist.com/the-tech-giants-worth-compared-economies-countries/
(5) Véase: “Top Tech Companies”, Companies Marketcap , 9 de enero de 2023, https://companiesmarketcap.com/tech/largest-tech-companies-by-market-cap/
(6) Un modelo de procesamiento de datos en el que el cálculo, el almacenamiento y el análisis de los datos se realizan cerca de donde se generan los datos, en lugar de transferirlos todos a un centro de datos o a la nube como antes.
(7) El metaverso es un espacio digital tridimensional basado en la realidad virtual (RV), la realidad aumentada (RA), la cadena de bloques e internet, donde los usuarios pueden interactuar, trabajar, entretenerse y comunicarse entre sí mediante avatares digitales. En otras palabras, el metaverso es un mundo digital continuo que conecta múltiples plataformas, simula actividades de la vida real o crea experiencias completamente nuevas, abriendo oportunidades para un mayor desarrollo de la economía, la sociedad y la cultura digitales. El metaverso se considera a menudo la siguiente etapa de internet, donde no solo se visualiza información, sino que también es posible la participación directa en un entorno digital multidimensional.
(8) La Web3 es la próxima generación de internet, basada en la tecnología blockchain con el objetivo de crear una red descentralizada, transparente y controlada por los usuarios. A diferencia de la Web2 (la internet actual), donde las plataformas y los datos suelen estar bajo el control de grandes corporaciones, la Web3 permite a los usuarios controlar directamente los datos, participar en la gobernanza de la red e interactuar sin intermediarios.

Fuente: https://tapchikongsan.org.vn/web/guest/the-gioi-van-de-su-kien/-/2018/1186002/chu-nghia-thuc-dan-so-trong-thoi-dai-so-va-nhung-van-de-dat-ra.aspx


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