La sopa dulce de plátano es un postre popular en mi ciudad natal, una región al sur de Quang Ngai . Es deliciosa, económica y fácil de preparar, así que a todos les encanta. Los ingredientes son todos de origen local. Los plátanos son de nuestro huerto, y los cocos secos son fáciles de conseguir gracias a que mi tío trepa a un cocotero. En aquel entonces, me asignaron una tarea importante: comprar perlas de tapioca y fideos vermicelli (hechos con almidón de boniato). Lo consideré crucial porque sin perlas de tapioca, no hay sopa dulce de plátano. Comer sopa dulce de plátano sin almidón de boniato es soso y aburrido.
postre de plátano
Las perlas de tapioca son el ingrediente que más tiempo lleva preparar, así que les da prioridad. Las lava meticulosamente y las hierve hasta que se ablandan. Mientras espera, se dedica a procesar el racimo de plátanos. Con las manos, pela con agilidad la piel dorada, colocando los plátanos en capas en una bandeja y luego, con un cuchillo, corta cada uno en diagonal en trozos pequeños. Una vez terminados, los marina con azúcar, sin olvidar añadir un poco de sal. Añadir sal a un postre puede sonar extraño, pero el postre de plátano con sal tiene un sabor muy rico.
Deja reposar las rodajas de plátano un rato y luego prepara la leche de coco. Separa las cáscaras de coco, luego voltea el mazo y golpea la cáscara con un crujido, partiéndola en dos. Luego empieza a rallar el coco y a exprimir la leche. La brillante y blanca leche de coco, con su aroma rico y cremoso, me quita el aliento.
Después de un rato, las perlas de tapioca y el almidón de batata estaban listos. Rápidamente los sacó y puso a hervir agua para preparar la sopa dulce. Mientras esperaba a que el agua hirviera, tostó cacahuetes en una sartén. El sonido de los cacahuetes moviéndose de un lado a otro en la sartén, crujiendo y estallando, me conmovió profundamente.
Cuando los frijoles estaban cocidos, el agua hervía a borbotones. Mi abuela añadió los plátanos, luego las perlas de tapioca y la fécula de camote, y empezó a añadir azúcar hasta alcanzar el dulzor deseado. Finalmente, añadió la leche de coco. Mientras mi abuela preparaba el postre, me encargó otra tarea: triturar el cacahuete. Así que, para cuando retiró la olla del fuego, todo estaba listo.
El aroma de la leche de coco, combinado con la dulzura del azúcar granulada y los plátanos maduros, además de la riqueza del cacahuete, hacía que todos exclamaran de alegría. Lo más especial y atractivo para los niños eran las perlas de tapioca. Mientras que las perlas de sagú eran de un solo color, las perlas de tapioca venían en un arcoíris de colores, muy llamativas. En aquel entonces, siempre que comía sopa dulce de plátano, intentaba sacar algunas hebras de perlas de tapioca.
Cada vez que vuelvo a mi pueblo, se me antoja una sopa dulce de plátano. Si me da pereza, la compro allí; si soy diligente, la preparo en casa. Puede que el sabor sea diferente, pero mis recuerdos siempre son tan dulces como aquella sopa dulce de mi infancia.
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